La mujer asesinada el pasado viernes a primeras horas de la mañana en la playa de Son Bauló, en Can Picafort, tenía lesiones anteriores al crimen. Los investigadores y los forenses que practicaron la autopsia detectaron hematomas y golpes, de distinta evolución, en una de sus piernas. Incluso, en una rodilla presentaba una herida incisocontusa antigua. La Guardia Civil indaga ahora sobre la etiología de estas lesiones , es decir, cómo fueron causadas. El Grupo de Homicidios del Instituto Armado investiga si los golpes son producto de un episodio de maltrato anterior o bien si fueron accidentales.

La Policía Judicial sigue volcada en los trabajos de identificación de la víctima, una ciudadana de mediana edad, de entre 38 y 45 años, pelo castaño oscuro, raza blanca y complexión extremadamente delgada. Los agentes no descartan ninguna posibilidad: que sea extranjera por sus rasgos caucásicos o española, turista o residente en la isla. Tampoco que pertenezca a un entorno marginal.

La mujer vestía ropa muy cómoda en el momento del crimen, entre las seis y media y las siete de la mañana del viernes. Llevaba un pantalón vaquero, botas y un batín corto cruzado de color azul, como de estar por casa, lo que hace suponer que esa madrugada estuvo en su vivienda o en un inmueble conocido. La víctima, que no portaba encima ningún tipo de documentación, murió asfixiada después de que su asesino la dejara indefensa y sin sentido al golpearla con una piedra en la cabeza, en la sien derecha.

Únicamente llevaba un anillo en su mano derecha como efecto personal. Se trata de una alianza, pero esta carece de inscripción, lo que dificulta aún más las pesquisas para averiguar su identidad.

La Guardia Civil trata de recabar pruebas que permitan dar con el nombre y apellidos de la fallecida. Los investigadores intentan reconstruir episodios previos de la vida de la víctima.

Heridas previas a su muerte

El cadáver de la mujer, que fue descubierto por un persona que paseaba por el arenal de Son Bauló el viernes a las ocho de la mañana, presentaba hematomas y otras heridas anteriores al asesinato en la pierna y la rodilla izquierdas. Ante la posibilidad de que la fallecida hubiera sufrido malos tratos o una agresión antigua, los agentes ampliaron su búsqueda a ciudadanas que han sido víctimas de violencia doméstica o de palizas en la zona norte de la isla.

Los guardias civiles repasaron los últimos casos o denuncias por agresiones a mujeres que tienen registrados en su base. Pese a todos los esfuerzos realizados, los investigadores tampoco descartaban que los golpes detectados en la pierna izquierda fueran fruto de un accidente. Poco antes del crimen, la mujer había bebido alcohol y mantenido relaciones sexuales.