Llorenç Colom estaba el pasado miércoles por la mañana en el salón de su casa, en el número 18 de la calle Gonçal Ferragut de Pollença, cuando la vivienda se quedó sin luz. El anciano, de 84 años, salió entonces al pasillo para ver qué ocurría. Allí le esperaba, armado con un hacha, un intruso que se había colado en el domicilio sin forzar ningún acceso y que había bajado el diferencial de la instalación eléctrica para dejarlo a oscuras. Colom recibió un primer hachazo en la cabeza, sin ninguna posibilidad de defenderse, y cayó fulminado al suelo de espaldas. El agresor se ensañó con él y le propinó otros seis golpes con el hacha, causándole la muerte en el acto. Antes de marcharse, el asesino cubrió el cadáver con una manta.

Las pesquisas de la Guardia Civil, que con las pruebas recabadas hasta ahora ha elaborado esta reconstrucción de los hechos, han descartado el robo como móvil del brutal crimen. Llorenç Colom, un jubilado que había trabajado como jardinero buena parte de su vida, vivía solo y tenía una pequeña pensión. No guardaba en la vivienda ni grandes cantidades de dinero ni objetos de valor. Tampoco sus familiares han echado nada en falta y, aunque había cierto desorden, los investigadores creen que o bien era el estado habitual de la casa o el asesino trató de simular que el crimen era obra de un ladrón.

Todos los indicios apuntan a que el homicidio fue planificado y que el único objetivo del intruso era acabar con la vida de Colom. Uno de los aspectos que más llamó la atención de la Guardia Civil fue que el interruptor diferencial del cuadro eléctrico de la vivienda estaba bajado. Los investigadores están convencidos de que fue el autor del crimen quien cortó el suministro de luz tanto para evitar ser descubierto como para forzar al anciano a salir al pasillo, donde le estaba esperando. Pese a que ni la puerta principal de la vivienda ni las ventanas estaban forzadas, los agentes encargados del caso no creen que fuera la propia víctima quien dejó entrar a su asesino. Al parecer, el anciano solía dejar la puerta de su casa abierta durante el día.

La autopsia confirmó que Llorenç Colom no tuvo ninguna posibilidad de defenderse. El médico forense no apreció heridas de arma blanca en los brazos, una lesión típica de quien trata de repeler un ataque de ese tipo. La necropsia determinó también que el asesino se ensañó con la víctima, ya que el cadáver presentaba numerosos cortes profundos y traumatismos en la cabeza y la cara, que estaba totalmente desfigurada. Colom recibió al menos siete hachazos, varios de ellos mortales de necesidad, que le causaron la muerte prácticamente en el acto. El forense que realizó la autopsia determinó también que el anciano falleció a primera hora de la mañana del miércoles.

Fueron los hermanos de la víctima quienes ese día por la noche encontraron el cadáver. Los familiares habían estado intentando contactar con el anciano durante todo el día para que fuera a cenar con ellos y ante la falta de noticias acudieron hacia las diez de la noche al domicilio del hombre. Encontraron la puerta entreabierta y la vivienda a oscuras. Al entrar en el salón vieron el cadáver de Llorenç Colom sobre un charco de sangre y cubierto con una manta.

Durante toda la madrugada, especialistas del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil realizaron una detenida inspección ocular de la vivienda en busca de huellas y otros rastros que hubiera podido dejar el autor del crimen. El hacha con la que atacaron al anciano no estaba en la casa y ayer continuaba sin aparecer.

La Policía Judicial de la Guardia Civil proseguía con las pesquisas para identificar al autor del asesinato. Los investigadores tomaron declaración tanto a los familiares de Colom como a sus vecinos, en busca algún testigo que hubiera visto movimientos extraños en el domicilio en las horas anteriores al hallazgo del cadáver.

Con la hipótesis de que el autor del crimen fuera un ladrón prácticamente descartada, los agentes encargados del caso investigan los conflictos que pudiera tener la víctima. El ensañamiento y la planificación con la que actuó el asesino les llevan a pensar en una venganza como móvil del homicidio. El juzgado de instrucción número 1 de Inca tutela las pesquisas.