Una patrulla de la Policía Local de Palma se topó por la calle con una pareja que despertó sus sospechas. Un hombre empujaba la silla de ruedas de una mujer, que llevaba en el regazo dos corderos despellejados. Tras las pertinentes averiguaciones, comprobaron que habían sido sustraídos en el Mercado del Olivar y detuvieron al hombre por robo con fuerza.

Los hechos ocurrieron sobre las doce del mediodía del pasado sábado. Unos agentes del servicio peatonal de Navidad de la Policía Local se encontraron con una peculiar pareja en la Porta de Sant Antoni.

La escena distaba de ser una postal navideña. Un hombre que presentaba una notoria cojera empujaba la silla de ruedas de una mujer. Esta portaba en su regazo dos piezas de cordero.

Desde el primer momento, los agentes recelaron de los dos sujetos. Los policías se dirigieron a ellos y les preguntaron por qué llevaban los cadáveres de los animales de semejante manera. Al verlos acercarse hicieron ademán de huir con nulo éxito. "Es un regalo", argumentaron como única respuesta. Los funcionarios les preguntaron por el motivo por los que llevaban el alimento así, pero no encontraron ninguna explicación mínimamente convincente.

Los policías no encontraron en ese momento fundamento de que hubieran cometido ningún delito. No obstante les tomaron la filiación por si tenían que ir por ellos. El hombre , de 46 años, y la mujer, de 41, residían en un domicilio de la calle Caracas, en el Polígono de Levante. Después de este trámite, les dejaron ir.

Sospechas fundadas

A continuación, los agentes se dirigieron hacia el Mercado del Olivar para comprobar si en los últimos días había habido sustracción de carne. Las sospechas se demostraron entonces plenamente fundadas.

Los policías se entrevistaron con el vigilante de seguridad del mercado que les explicó que en los últimos días habían desaparecido varias piezas. Tras repasar las grabaciones de las cámaras frigoríficas aparecía el hombre, con el que se habían cruzado, antes en plena acción.

El ladrón hacía gala de una especial destreza para sustraer las piezas de carne almacenadas en la cámara frigorífica. Colaba un gancho por debajo de la puerta con el que alcanzaba el interruptor de apertura de emergencia -situado en el interior por si alguien se quedaba encerrado- y tenía el camino expedito para robar la carne a su antojo.

Acto seguido, los agentes se entrevistaron con el dueño de la carnicería que había sido desvalijada. El dueño valoró las piezas en 640 euros y dijo que había sufrido robos varias veces. Con esta información, los agentes detuvieron al hombre por un presunto delito de robo con fuerza.