Una nueva tragedia rodeó ayer una ejecución hipotecaria en un domicilio de Palma. Cuando la comisión judicial se encontraba ante el domicilio, les sorprendió toparse con la puerta abierta. Nadie contestaba al timbre ni a las llamadas. Tras adentrarse en el domicilio, hallaron al dueño sentado en la terraza, en un charco de sangre, y con un ´cutter´ en la mano. La rápida respuesta de las asistencias sanitaria le salvaron milagrosamente la vida.

Los hechos se produjeron ayer sobre las diez de la mañana en un domicilio situado en la octava planta del número dos de la calle Francesc Fiol i Joan, en s´Escorxador. La comisión judicial pretendía efectuar la ejecución hipotecaria a instancias de una entidad bancaria.

Francisco R., de 52 años y todavía titular del inmueble, no respondía a los requerimientos que le hacían los funcionarios que se disponían a efectuar el desahucio. Sin embargo la puerta estaba abierta. Ante la ausencia de respuesta, la empujaron. Nadie contestó.

De pronto, los funcionarios se percataron de que alguien se encontraba sentado en la terraza. Era el titular de la vivienda, sentado en una silla y completamente cubierto de sangre. Sostenía en una mano un cutter con el que se había cortado las venas de una muñeca.

Los miembros de la comisión judicial desplazados al domicilio cambiaron por completo su actitud. En lugar de preocuparse por la ejecución hipotecaria, como tenían previsto, le hicieron a la víctima un torniquete para tratar de contener la hemorragia masiva, que amenazaba con desangrarle.

A continuación, los funcionarios avisaron a las asistencias sanitarias. El personal del Ib-salut se desplazó rápidamente hasta la octava planta, puerta 14, del número 2 de la calle Francesc Fiol i Joan. Los facultativos permanecieron un buen rato en el lugar hasta que lograron estabilizar las constantes vitales de la víctima. Cuando lo lograron, trasladaron al hombre hasta las urgencias del hospital Son Espases, donde quedó finalmente ingresado.

La esposa de la víctima, funcionaria de profesión, se encontraba en el trabajo cuando se iba a ejecutar la hipoteca del domicilio. Al enterarse de lo ocurrido, acudió rápidamente hasta el inmueble visiblemente nerviosa. El personal sanitario la tranquilizó tras comunicarle que estaba ya fuera de peligro. También acudieron al lugar agentes del Cuerpo Nacional de Policía para tratar de determinar qué era lo que había ocurrido.

El comportamiento afable y comunicativo de Kiko, como era conocido entre sus allegados, se había visto alterado sustancialmente en los últimos meses. "Algo le preocupaba mucho", indicó ayer una vecina apesadumbrada.

Al parecer, la víctima había acumulado con la comunidad de vecinos una deuda que rondaba los 6.000 euros en el último año y medio. "No es normal que se hubiese visto tan afectado solo por esto. Debía haber algo más", apuntó un vecino del inmueble.

El hombre que se cortó ayer las venas no encajaba, en principio con el perfil típico de las víctimas de los desahucios. "Trabajaba como abogado externo de empresa y su mujer es funcionaria. Son una pareja impecable y educadísima", señaló una conocida.

Por el contrario, el trágico incidente había pasado completamente desapercibido a muchos vecinos del gran edificio del número 2 de la calle Francesc Fiol i Joan. Buena parte del vecindario se enteró de lo que había ocurrido a raíz de las preguntas de los periodistas.

El ingente número de viviendas le había proporcionado un notorio anonimato. La ejecución hipotecaria al titular del domicilio se había paralizado tras el trágico incidente.