El descuartizador de Pere Garau mató a su hermano durante una pelea, pero no se limitó a defenderse. Diego G.R., el profesor de religión que el lunes confesó el crimen a la Policía y reconoció que tenía el cadáver despedazado y congelado en casa, ha explicado que siguió golpeando a la víctima en la cabeza con un martillo cuando estaba ya en el suelo. El hombre, de 38 años, alega que fue su familiar quien, durante una discusión por motivos económicos, intentó atacarle primero con el arma pero logró quitársela. Aunque el acusado no pudo precisar qué día cometió el crimen, los agentes sitúan los hechos hacia el 11 de septiembre, cuando el hombre compró el arcón congelador en el que aparecieron parte de los restos de la víctima. El sospechoso fue trasladado ayer a su domicilio, donde reconstruyó lo ocurrido para que los investigadores recabaran pruebas, y esta mañana ha sido puesto a disposición judicial.

El grupo de Homicidios de la Policía Nacional considera que el caso está prácticamente cerrado. Los agentes han descartado que tanto en el homicidio como en el descuartizamiento de la víctima participaran otras personas y han confirmado que el arma del crimen es el martillo que encontraron en la vivienda de la calle Pere Llobera donde convivían los hermanos. No está tan claro, sin embargo, si para despedazar el cuerpo de su hermano Víctor, de 31 años, utilizó solo la sierra y el hacha hallados en el piso. Los agentes continuaban a la espera de la autopsia, que ayer se aplazó de nuevo porque algunos restos seguían congelados.

Tres semanas

De las pesquisas realizadas hasta ahora se desprende que todo ocurrió hace tres semanas, hacia el pasado 11 de septiembre. Diego y Víctor se enzarzaron en una pelea por dinero. Al parecer, el acusado estaba molesto porque cuando su hermano, que trabajaba como vigilante de seguridad, se instaló en su piso le dijo que solo estaría allí un mes y llevaba ya un año, sin pagar alquiler ni contribuir en los gastos domésticos.

Esta última discusión habría sido la más violenta. El sospechoso explicó ante la Policía que durante la pelea su hermano empuñó un martillo y se abalanzó sobre él. Diego logró evitar la agresión, le quitó el arma y le dio varios golpes hasta derribar a su familiar, que quedó malherido en el suelo del pasillo, junto a la cocina. Con la víctima desarmada e indefensa, el sospechoso reconoció que siguió propinándole martillazos en la cabeza hasta acabar con su vida.

Tras el homicidio, Diego optó por intentar ocultar lo ocurrido. El hombre descuartizó el cadáver en al menos ocho partes, una labor que le habría llevado no menos de dos horas y para la que al parecer utilizó un hacha y una sierra. Tras envolver los restos en plástico, los metió en bolsas que guardó en el congelador del frigorífico. Sin embargo, tras comprobar que no cabía todo el cuerpo allí compró un arcón. Aunque el acusado no pudo precisar la fecha exacta del crimen, la Policía ha comprobado que adquirió este electrodoméstico el pasado 11 de septiembre, por lo que sitúan los hechos ese mismo día o el anterior. Tras limpiar la vivienda a conciencia, el sospechoso intentó seguir con su vida. Los investigadores sospechan que trataba de dar con la manera de deshacerse del cuerpo, aunque después de tres semanas con el cadáver de su hermano guardado en dos congeladores de la cocina, el acusado acabó acudiendo a la Policía para confesarlo todo.

El pasado domingo, el hombre debía hacerse cargo de su hija, menor de edad, cuya custodia comparte con su exmujer. La pequeña, que ya le había visitado tras el crimen, iba a estar toda la semana con él. Pero aquella tarde el hombre contactó con la madre para pedirle que se quedara con ella. Según le dijo, había hecho algo "malo" y no quería que la niña se instalara con él estos días. Y tras esta conversación, apagó el teléfono móvil. La mujer, alarmada por la actitud de su exmarido pero ajena a lo que había hecho, contactó con la Policía para preguntar si había ocurrido algo grave. Pero también los agentes ignoraban el atroz crimen que estaba a punto de salir a la luz.

Diego acudió a la Jefatura Superior de Policía poco antes de las cuatro de la madrugada del lunes. Entró en la oficina de Denuncias y Atención al Ciudadano y, sin rodeos, explicó que había matado a su hermano y que tenía su cadáver descuartizado en el congelador. Los agentes que acudieron al domicilio lo detuvieron tras comprobar que lo que contaba era cierto.

El acusado, que impartía clases de religión en colegios de Palma y Porreres, explicó después a los agentes del grupo de Homicidios su versión de que mató a su hermano durante una pelea. Los investigadores dan credibilidad a su relato, aunque están a la espera de que la autopsia certifique que los hechos pudieron ocurrir como los cuenta Diego G.R.

Ayer por la mañana, el acusado fue trasladado por la Policía al piso dónde convivía con su hermano, en el número 6 de la calle Pere Llobera. Allí escenificó su versión y los agentes de Policía Científica trataron de encontrar pruebas en los lugares indicados. Tras permanecer algo más de una hora y media en el inmueble, el sospechoso fue conducido de nuevo a comisaria y hoy por la mañana será puesto a disposición del juzgado de guardia.