La Audiencia Provincial de Palma juzgó ayer a seis rumanos, uno de los cuales está huido, por clonar al menos 20 tarjetas de crédito y utilizarlas luego para realizar decenas de compras de productos de lujo y reintegros en cajeros entre 2006 y 2007. Cuatro de los sospechosos que comparecieron ante el tribunal negaron todas las acusaciones y descartaron formar parte de un grupo organizado, y el otro se negó a declarar. Los procesados, que habrían elaborado también documentos de identidad falsos para utilizar las tarjetas fraudulentas, se enfrentan a penas que suman 41 años de prisión por una estafa que ronda los 50.000 euros.

El presunto cabecilla de la banda negó, a preguntas de la fiscal, haber colocado dispositivos en cajeros automáticos para copiar los datos de las tarjetas y clonarlas. También descartó haberlas utilizado para realizar compras en numerosos establecimientos de Calvià, Palma y Marratxí, aunque admitió que estuvo en algunos de los comercios con dos de los procesados. "Siempre pagué con mi dinero", afirmó. El hombre, acusado de delitos de fabricación de moneda falsa y estafa por los que se enfrenta a doce años de cárcel, aseguró que no vivía en el domicilio de s´Arenal donde la Guardia Civil encontró abundante material para la falsificación de documentos. "Encontraron mi pasaporte allí porque me lo olvidé, pero solo iba a dormir un par de veces al mes".

Por su parte, el hombre acusado de volcar los datos de las tarjetas clonadas con un sofisticado sistema informático fue tajante en su alegato: "Ni siquiera sé abrir un ordenador", aseguró este sospechoso, para quien el fiscal pide 14 años de prisión por fabricación de moneda falsa, estafa y falsedad en documento mercantil. El procesado negó también haberse deshecho del dispositivo conocido como ´boca´ que se coloca en los cajeros para copiar información de las tarjetas. Según los investigadores, el hombre lo lanzó entre unas jardineras cuando iban a detenerlo. Además, el sospechoso aseguró que no realizó compras por valor de 50.000 euros utilizando tarjetas clonadas y afirmó que no vivía en el apartamento de Palma donde la Guardia Civil encontró abundante material informático y una VISA falsificada.

La mujer acusada de liderar la organización junto a los dos anteriores se acogió a su derecho a no declarar. El ministerio público pide para ella 14 años de cárcel.

Los otros dos sospechosos, que fueron sorprendidos por la Guardia Civil cuando viajaban de Palma a Barcelona con tres maletas llenas de perfumes, tabaco y ropa adquiridos con las tarjetas falsas, se desvincularon también de la trama. Uno de ellos aseguró que compró los productos a cambio de 400 euros a un hombre que se los ofreció en la calle y afirmó que no se planteó que su origen fuera ilícito. Según dijo, pretendía llevar todos los efectos hasta Rumanía y venderlos allí. Su novia, también procesada, contó que estuvieron en Mallorca diez días de vacaciones y que justo antes de marcharse de la isla su pareja le pidió que metiera los productos en la maleta. Ambos se enfrentan a nueve meses de cárcel por un delito de receptación.

Los agentes de la Guardia Civil que investigaron los hechos afirmaron que los tres cabecillas de la red fueron reconocidos por los encargados de las tiendas en las que se compraron los productos mediante las tarjetas clonadas. Está previsto que el juicio continúe hoy con la declaración de varios testigos.