Andrés R.G., el hombre de 45 años que confesó haber asesinado a Catalina Frontera Hidalgo, de 53, en una lujosa finca de Bunyola, utilizó tres armas blancas distintas para dar muerte a la víctima. La Guardia Civil encontró esta semana, oculta bajo unas piedras en un campo cercano al lugar del crimen, la catana que buscaba. Junto a ella había un cuchillo de cocina y el mango de otro, presumiblemente utilizados para rematar a la mujer.

Andrés R.G. fue detenido apenas unas horas después de que se descubriera el cadáver de Catalina Frontera en el lujoso chalé de Bunyola, propiedad de un matrimonio suizo, donde trabajaba como gobernanta. Durante la frenética investigación realizada por la Policía Judicial de la Guardia Civil se descubrió que la víctima había sido amenazada por un exempleado, que la consideraba culpable de su despido, ocurrido unos meses antes.

La Guardia Civil contactó con él ese mismo día para tomarle declaración como testigo, pero en esas horas aparecieron numerosos indicios contra él. Esa misma noche quedó detenido y finalmente confesó el crimen.

Durante la inspección realizada en la casa de Bunyola la Guardia Civil encontró, en la habitación que había ocupado el sospechoso, una catana -una espada japonesa-. Estas armas suelen venderse por parejas, una pequeña y una grande. Pero la pequeña no estaba, y sospecharon que había sido el arma homicida. El detenido lo reconoció y declaró que la había arrojado al mar en el Port d´Alcúdia. Durante varios días los submarinistas del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil estuvo rastreando el fondo marino de la zona sin resultado. Llegaron a la conclusión de que allí no estaba.

En la casa, junto al cadáver, apareció también el filo de un cuchillo de cocina manchado de sangre. Los investigadores pensaban que se trataba de un arma que había utilizado para rematar a la víctima, y que se había roto por la violencia con la que la usó. Pero faltaba el mango.

El pasado fin de semana, el presunto asesino admitió a un familiar que fue a visitarle a la prisión que la catana estaba escondida bajo unas piedras en un solar cercano a la casa. La Guardia Civil buscó en la zona y encontró por fin la catana. Se trataba de la pareja de la espada que había aparecido en la casa. Pero junto a ella había además un cuchillo de cocina y el mango del otro que apareció junto al cadáver. Esto demostraría que el hombre utilizó tres armas para matar a la víctima. Primero la habría apuñalado con la catana y luego, ya malherida, la quiso rematar con un cuchillo. Cuando este se rompió volvió a la cocina, cogió otro y se lo clavó también.