La Audiencia de Palma ha impuesto penas de cumplimiento de prisión para tres arquitectos por un grave accidente laboral ocurrido a principios de 2005 en un edificio en obras del Port de Pollença en el que un joven peón de origen rumano cayó por el hueco del ascensor desde la cuarta planta y quedó tetrapléjico.

El tribunal ha confirmado la condena inicial de un juzgado de lo penal de dos años y medio de cárcel para los dos aparejadores y dos años y un día de prisión para el arquitecto superior, a quienes también inhabilita para ejercer su profesión durante ese mismo tiempo, por un delito contra la seguridad de los trabajadores en concurso con un delito de imprudencia grave con resultado de lesiones. Además, un cuarto imputado, el constructor, ha resultado sentenciado a un año y nueve meses, mientras que el capataz ha sido absuelto al estimar la sala su recurso de apelación.

La Audiencia también ha ratificado la indemnización de 1.200.000 euros para la víctima, que ahora tiene 27 años, debido a las gravísimas lesiones y secuelas sufridas y otros 112.000 euros para su madre que es la que se encarga de sus cuidados a diario.

Sin elementos de protección

Los hechos enjuiciados se remontan al pasado 29 de marzo de 2005 en una finca en construcción situada en la calle Vicente Buades en el Port de Pollença. Un día antes, el capataz de la obra había ordenado a un peón que a la mañana siguiente limpiara los escombros de la planta cuarta o ático y que quitara los reglés que hubiera allí. El encargado de la obra no le comunicó que para hacer este trabajo tenía que ponerse un arnés ni dispuso que se colocara ninguna otra medida de protección en el lugar, según el fallo.

Al día siguiente, el obrero cumplió las órdenes y estuvo retirando los escombros de la cuarta planta. Sobre las doce del mediodía, al quitar un reglé telescópico situado en la esquina de una pared que da al hueco del ascensor, el peón se cayó por el agujero desde unos 15 metros de altura y se estrelló contra el suelo.

Aunque en la obra existían arneses a disposición de los trabajadores, la sentencia considera probado que no se impartieron cursos ni charlas sobre las medidas de protección. Tampoco existían en la obra puntos de anclaje fijos y seguros adonde enganchar los arneses ni se habían colocado redes en el hueco del ascensor.

Uno de los lados del agujero estaba protegido con una simple barrera metálica y en el otro había instalado un maquinillo sin protecciones que se utilizaba para subir y bajar material y en el que quedaban grandes huecos.

El trabajador herido de gravedad llevaba trabajando como peón de albañil para la empresa constructora unos ocho meses aunque nunca había sido dado de alta en la Seguridad Social. En la obra del Port de Pollença llevaba 15 días y durante ese periodo realizó trabajos en altura respecto de los que no se le explicó las medidas de seguridad que debía adoptar.

Poco después del siniestro laboral, varios operarios recibieron órdenes del constructor y el capataz para que dijeran a la Guardia Civil e Inspección de Trabajo que la víctima no era un trabajador, sino que había acudido a visitar a su padre a la obra. Todos ellos luego se retractaron en sus manifestaciones posteriores y los investigadores detuvieron a los dos encausados el 4 de abril.

Como consecuencia de la caída, el peón sufrió graves heridas como una lesión medular, traumatismo craneoencefálico, fractura craneal, neumotórax o fractura costal, por lo que pasó un año en el hospital y luego estuvo ingresado en el Instituto Guttman en Badalona otros 11 meses. Le quedaron graves secuelas al quedar tetrapléjico, no poder controlar los esfínteres y tener que desplazarse de por vida en silla de ruedas. Además, no puede hacer ninguna actividad cotidiana de forma independiente y necesita durante el resto de su vida la ayuda de otra persona para los quehaceres diarios como vestirse, comer, ducharse, acostarse, levantarse o desplazarse. En ese estado puede padecer graves complicaciones que le podrían causar la muerte.