En el primer asalto, los ladrones causaron numerosos destrozos y se llevaron el mando de la televisión del Club Náutico Cala Gamba. En la segunda tentativa, trataron de llevarse el televisor. La rápida reacción del veterano vigilante de seguridad impidió, pese a ser agredido, que los delincuentes, de origen sudamericano, consumaran el segundo golpe.

En menos de un mes, el Club Náutico Cala Gamba ha sido desvalijado dos veces. La primera vez, el pasado día 5, estuvieron a su antojo en las instalaciones. "Se lo montaron bien. Hicieron aquí lo que quisieron, comieron lo que les dio la gana", subraya con cierta resignación María Rigo, propietaria del restaurante.

"La máquina de tabaco estaba hecha añicos. Todo estaba por el suelo detrás de la barra", recuerda la dueña. Su objetivo era hacerse con el dinero de la caja registradora, pero no consiguieron hacerse con el cajón. Simplemente no estaba.

Los desperfectos ocasionados en el restaurante fueron cuantiosos. "Me encontré las cámaras abiertas. Tuve que tirar toda la comida a la basura. No me podía arriesgar, después de que pasaran más de doce horas que habían estado así", recuerda la dueña del Club Náutico Cala Gamba.

Los ladrones no tenían prisa. Tuvieron tiempo suficiente para comer cacahuetes y patatas fritas. Las bolsas tiradas por doquier les delataron.

La madrugada del pasado lunes, sobre las cuatro de la mañana, volvieron a las andadas. En el primer asalto solo se llevaron el mando a distancia del televisor. Su intención era bajarlo con cuerdas.

Los delincuentes no contaban con que el veterano vigilante les sorprendería ´in fraganti´. Primero le insultaron y le amenazaron de muerte. "Vendremos a matarte" y "nos hemos quedado con tu cara", le espetaron. Luego, le golpearon con palos para tratar de reducirle. No obstante, el guarda pudo avisar al 091.

Un coche patrulla del Cuerpo Nacional de Policía que se encontraba en las inmediaciones no tardó en llegar. Al verse descubiertos, los ladrones soltaron las cuerdas con la que sujetaban la pesada televisión y emprendieron la huida.

Agentes de la Policía Nacional se desplazaron ayer al Club Náutico Cala Gamba y tomaron las huellas dactilares a los empleados para hacer descartes y dar con los delincuentes.

"Los ladrones lo tienen fácil. Escalaron una estatua y se colaron dentro", subrayó ayer la propietaria. La sensación de inseguridad ha ido en aumento. "Hay días que tengo miedo cuando salgo a la una de la mañana", reconoce María Rigo. "Ha habido muchos robos en la zona. Solo con que hubiera más coches patrulla de la Policía vigilando bastaría", propone la propietaria.