Giovanni di Stefano se siente perseguido. ´El abogado del diablo´, que fue detenido el año pasado en Palma por una supuesta estafa a decenas de clientes, cuenta que el juez británico que lleva el caso en aquel país le ha impedido regresar a España para recibir asistencia médica. Y, como es habitual, Di Stefano asegura que todo responde a una conspiración urdida por las altas esferas de la Pérfida Albión. En esta ocasión, por defender que Gibraltar es español.

El abogado que asegura haber representado a Sadam Hussein, Gadafi o Charles Manson –de ahí su satánico sobrenombre–, explica que en Reino Unido no le pueden ni ver desde que dictaminó que las aguas territoriales del peñón son nuestras. Di Stefano asegura que elaboró un informe a petición de un ministro español y que llegó a esa conclusión tras estudiar al detalle el Tratado de Utrech (1713). Pero el abogado añadía además que aquel acuerdo, por el que los británicos tomaron Gibraltar, es papel mojado porque exigía que "ni judíos ni moros" vivieran jamás allí.

I don´t understand

La Dirección General de la Policía remitió el pasado 30 de mayo a las distintas jefaturas superiores de España una instrucción para que, "debido a las actuales restricciones presupuestarias y con el fin de racionalizar el gasto (...), se abstengan de utilizar los servicios de intérpretes que habitualmente se utilizan para la asistencia a detenidos en las Oficinas de Denuncias y Atención al Ciudadano". Un segundo comunicado sugiere que empleen, "de ser posible, los recursos de que pueda disponer cada plantilla". Dicho en román paladino: que cada cual se busque la vida como pueda, buscando entre los agentes de servicio alguno que sea capaz de aclararse en inglés con un turista, lo suficiente para tomarle una denuncia. Lo que teniendo en cuenta el nivel general de idiomas en este país, no es tan fácil. El asunto va a ser especialmente peliagudo en Balears, con la cantidad de turistas ante los que vamos a dar una imagen tercermundista. Como los policías que hace una semana detuvieron a un camello vendiendo marihuana en s´Arenal. Le hicieron declarar por escrito a un turista alemán que efectivamente le había comprado la droga al detenido. Y luego tuvieron que confirmar que lo que ponía en el documento era correcto dándoselo a leer al recepcionista de un hotel cercano.

¡Saluda a papá!

El pasado miércoles, sobre las nueve de la mañana, dos chicas jóvenes esperaban en la entrada de la rampa para vehículos de los juzgados de Vía Alemania. Una de ellas llevaba un carrito con un niño de dos años. Parecían muy pendientes de los coches que se introducían en el aparcamiento. Finalmente llegan los furgones de la Policía que transportan a detenidos a los juzgados. Cuando abren el portón y sacan a los presos, aquello se convierte en una fiesta. Las dos chicas, emocionadas, empiezan a gritar y a dar palmas, al tiempo que se dirigen al pequeño, entre muestras de alegría: ¡Mira a papá, mira a papá! ¡Dile hola a papá!".