­Un ´taxista pirata´ peruano fue enviado ayer a prisión por la agresión sexual a una joven pasajera boliviana a la que había recogido en Gomila. El presunto violador reconoció ayer ante el juez que en los últimos tres años había estado residiendo en España con una documentación falsificada que compró en su país.

Los hechos se produjeron en la madrugada del pasado 29 de julio. De madrugada, una joven boliviana de 25 años se disponía a regresar a su casa después de salir de una discoteca de Gomila. En lugar de un taxi habitual, la víctima decidió recurrir a los servicios de un ´taxi pirata´ con la intención de ahorrarse una cantidad sustancial de dinero. Ella misma reconoció que no era la primera vez que utilizaba estos vehículos.

La joven indicó al taxista intruso que la condujera hasta un punto de la calle Aragó. Sin embargo, al atravesar el túnel de las avenidas el conductor varió sorpresivamente su trayectoria. Echó los seguros del coche y se detuvo en un aparcamiento.

La joven boliviana golpeó la ventanilla en un intento desesperado por salir. Él le cogió del pelo y le arrancó la camiseta antes de consumar la agresión sexual. Ella vio pasar un chica y pidió ayuda. Para evitar cualquier atisbo de resistencia, el violador le golpeó con el teléfono móvil.

El taxista furtivo extrajo una cámara de la guantera y aprovechó para hacer a la víctima varias fotografías. Ella se percató de que una puerta se había quedado abierta. La víctima creyó ver su momento propicio cuando el presunto agresor sexual detuvo el vehículo en un semáforo al final de la calle Aragó. Ella abrió la puerta y antes sacó todos los documentos que encontró en la guantera con la esperanza de que sirviera para identificarlo sin problemas.

Por coincidencias del destino, la joven encontró auxilio en un taxista oficial. La víctima denunció que acababa de ser agredida sexualmente a manos de un furtivo. El ´taxista pirata´ salió corriendo tras ella, aunque desistió en cuanto vio que su rescatador avisaba a la Policía.

Agentes del Servicio de Atención a la Familia (SAF) del Cuerpo Nacional de Policía se hicieron cargo de la investigación. Los funcionarios tuvieron que hacer múltiples averiguaciones para determinar era su identidad. Nadie aparecía con su nombre.

Tras numerosas pesquisas, los agentes del SAF dieron con la mujer del sospechoso. Esta reconoció que le había echado de casa después de verle llegar de madrugada con la camisa rasgada y arañazos en el cuello.

Los agentes, por fin, dieron con él. El presunto violador admitió que llegó a España con un pasaporte falso que compró en Perú. Esta circunstancia no le impidió ser condenado con su nombre falso por un delito contra la seguridad en el tráfico, por el que le habían retirado el carné.