Un cazador que era el responsable de un coto situado en los alrededores de Llucmajor en el verano de 2009 fue juzgado ayer por un delito contra la fauna por presuntamente utilizar cebos envenenados para eliminar a las aves depredadoras de la zona. El hombre, de 49 años, negó en rotundo los cargos y descartó haber colocado veneno a dos tórtolas para que sirvieran de cebo para otros animales. El sospechoso, además, destacó que nunca había matado a ninguna especie a perdigonazos. Sin embargo, los agentes de Medio Ambiente y la Guardia Civil encontraron en la caseta del coto de caza que él regentaba una sustancia que resultó ser veneno. Y en las cercanías de la finca, localizaron los cadáveres de siete aves, todas ellas especies protegidas. Según explicaron ayer los testigos en el juicio en Palma, se trataba de tres milanos, una rapaz que se encuentra en peligro de extinción en Balears, un aguilucho lagunero, un cernícalo, una lechuza y un búho chico.

La fiscal solicitó para el acusado una pena de dos años de prisión y cuatro de inhabilitación al considerarle responsable de un delito contra la fauna por uso ilegítimo de veneno para la caza. Los letrados de la acusación particular, en representación del Govern de las Illes Balears y de la Fundación Voltor Negre, también reclamaron una condena de dos años de cárcel y tres años de inhabilitación. Por su parte, el abogado defensor Gaspar Oliver pidió la libre absolución de su cliente por falta de pruebas incriminatorias.

Los hechos se remontan a mediados de agosto de 2009 cuando el imputado, que pagaba el alquiler de un coto privado de caza, fue alertado del hallazgo de varias aves muertas en el lugar. El hombre se personó en la zona y autorizó a la Guardia Civil y a los agentes de Medio Ambiente para que registraran una caseta. Allí, se encontró una bolsa con veneno. "Yo les dije que aquello podía ser un producto para desparasitar el perro", indicó el acusado, que negó haber utilizado cebos y pequeños cepos para cazar. Los agentes confirmaron su versión y señalaron que durante varios días localizaron siete aves rapaces muertas que parecían envenenadas. Junto a una de ellas, había una tórtola.