Gary Ridgway, considerado uno de los mayores asesinos en serie de Estados Unidos, se declaró el pasado viernes culpable de matar a su víctima número 49 en 1982, como parte de un acuerdo judicial para evitar la pena de muerte. Ridgway, que cumple varias sentencias de cadena perpetua en una cárcel estatal en el estado de Washington, se declaró culpable del asesinato de Rebecca ´Becky´ Marrero en un tribunal federal en la localidad de Kent, un suburbio de Seattle. Marrero, de 20 años, fue vista por última vez a la salida de un motel en 1982.

El preso, apodado ´el asesino de Green River´ –porque a ese río supuestamente arrojó a varias de sus víctimas–, había sido condenado por el asesinato de otras 48 personas y es sospechoso de haber matado a varias decenas más, según las autoridades.