La noche, la distancia y el intenso frío eran lo de menos. Quería ver la nieve y estaba dispuesto a todo. Con solo doce años, desafió a los elementos y el domingo por la noche se fugó de casa, en la palmesana barriada de es Rafal. Con su bicicleta como único medio de transporte y un saco de dormir a sus espaldas, puso rumbo a la Serra en mitad de la noche y con el termómetro clavado en los tres grados. La Policía Nacional, que había organizado ya un dispositivo de búsqueda, lo encontró bien entrada la madrugada cerca de Bunyola. Había recorrido ya 15 kilómetros y tenía síntomas de hipotermia.

Los padres del menor descubrieron alarmados al filo de la medianoche que el pequeño no estaba en su habitación. Enseguida contactaron con la base del 091, que puso en alerta a todas las patrullas de servicio emitiendo una descripción del pequeño fugitivo. La patrulla de la Policía Nacional que acudió al domicilio familiar encontró a unos padres tan preocupados como extrañados, pues su hijo, disciplinado y modélico estudiante, según le definieron, nunca había hecho nada parecido. No tenían ni idea de adónde podía haber ido.

Inquietante mensaje

Mientras los policías inspeccionaban la finca y las calles aledañas, los padres descubrieron que el niño había dejado en casa su teléfono móvil. En él encontraron un mensaje que el pequeño había enviado a una amiga justo antes de poner tierra de por medio. Sus palabras era tan inquietantes como confusas: "Quiero que le digas a todos que han sido unos buenos amigos para mí y todos los profes que me han enseñado mucho y les apreció un montón. Me he escapado de casa, no preguntes, que tengo mis razones. No se lo digas a mis padres".

Los familiares del pequeño enseñaron el mensaje a los policías y les explicaron que echaban en falta una tienda de campaña, un saco de dormir, una mochila y una bicicleta de montaña, efectos que según creían se había llevado el niño. Los padres recordaron entonces que su hijo les había dicho horas antes que le gustaría ir a ver la nieve caída en la Serra, que se ve desde las ventanas de la vivienda. Todo empezaba a tener sentido.

Ante la sospecha de que el niño hubiera decidido ir por sus propios medios hasta los picos nevados, una patrulla enfiló por la carretera de Sóller en busca del menor. Eran ya las tres de la madrugada y el frío, cada vez más intenso.

Los policías estaban a punto de llegar al cruce de Bunyola cuando descubrieron la figura de un ciclista que circulaba sin ninguna prenda reflectante. Los agentes comprobaron que era el menor al que llevaba buscando toda la noche. Tenía mucho frío, estaba muy cansado y no dejaba de tiritar. Había recorrido más de 15 kilómetros y presentaba síntomas claros de hipotermia, aunque su estado era bueno. Tras informar a la base del 091 de que habían localizado al niño, los policías lo llevaron hasta la comisaría, donde se reunió con sus padres sin poder cumplir el objetivo de ver la nieve de cerca.