La inspectora jefe de Policía Carmen Solís vino a Palma para defender la toma de muestras de ADN de detenidos ante un auditorio mayoritariamente en contra, el colectivo de letrados, en una mesa redonda celebrada el jueves en el Colegio de Abogados de Balears. Aunque esta experta en investigación criminal a partir de pruebas científicas, bióloga y que intervino en la identificación de víctimas del tsunami en Tailandia y de los atentados del 11-M en Madrid, no parecía arredrarse y mostraba una absoluta seguridad en su discurso.

–Imagino que usted es partidaria de tomar muestras de ADN a los detenidos de una forma habitual, como las huellas dactilares.

–Ajustándose a la ley sí, claro. Es una herramienta con la que contamos en la investigación criminal. Hay una ley que lo regula y, ciñéndonos a la ley, es un área más de investigación.

–¿Cómo se está haciendo actualmente? ¿Se toman muestras de ADN de todos los detenidos?

–De todos no. De todos los que contempla la ley. Son los detenidos por delitos graves o en cualquier caso todos los que son detenidos por delitos que atenten contra la vida, la libertad, la indemnidad sexual, delitos contra el patrimonio si es con fuerza en las cosas o violencia contra las personas, delincuencia organizada...

–Delitos graves o violentos, vamos.

–Efectivamente.

­–¿Qué ha supuesto la prueba de ADN en la investigación criminal?

–Es un antes y un después. Si nos fijamos en el primer semestre de 2007, que no teníamos esta ley, y lo comparamos con el primer semestre de 2009, el número de autores de delitos identificados y de hechos esclarecidos crece exponencialmente. Prácticamente se ha doblado. Esto se traduce en eficiencia. El ADN es una herramienta muy eficaz para identificar a autores de hechos delictivos.

–En Fago, tras el crimen, llegaron a tomar muestras de ADN de todos los vecinos del pueblo.

–Algo oí, sí, aunque ese caso lo llevó la Guardia Civil.

–¿Es factible, en una situación así, en una comunidad pequeña, tomar muestras de todo el mundo?

–Eso se hizo con autorización judicial. En definitiva, el juez es el que manda. No olvidemos que la prueba de ADN es una prueba más en la investigación. No va por libre. Está encardinada en una investigación donde se aportan otras muchas pruebas. El ADN llega hasta donde llega y hay muchas veces en las que no puedes sacar nada que arroje luz sobre la investigación. Bien porque no han quedado evidencias en el lugar del hecho susceptibles de ser analizadas o porque esas muestras se han deteriorado con el paso del tiempo y el laboratorio no ha sido capaz de extraer ADN. Pero en cualquier caso es una prueba más en la investigación. En el caso de Fago se tomaron muestras a todos los vecinos del pueblo con autorización judicial y para descarte de inocentes en aquel hecho. Porque a veces la gente tiene una visión un poco sesgada de cómo va esto. El ADN lo que hace directamente es excluir. Si un perfil genético de una muestra recogida en el lugar de los hechos no coincide con el sospechoso la exclusión es directa. Cuando ese perfil genético sí coincide, la inclusión siempre va expresada en términos de probabilidad, en términos estadísticos, porque está fundamentado sobre un estudio poblacional. En todos los informes que emite cualquier laboratorio forense de los que trabajamos en esto en España siempre va sustentado con un dato frecuencial, con un dato estadístico.

–Pero se dice que cuando se compara una muestra biológica con la persona a la que pertenece, la prueba es prácticamente infalible.

–Estamos hablando de cosas distintas, está cayendo en la falacia del fiscal. Muchas veces en los juicios el fiscal nos pregunta ¿qué fiabilidad tienen sus estudios? La fiabilidad es toda, el cien por cien. Pero lo que el fiscal quiere preguntar no es eso, sino ¿qué probabilidad hay de que esta muestra hallada en el lugar de los hechos no sea de este señor, sino de otro? Ese es el dato que nosotros damos en frecuencia. Normalmente la cifra a la que va asociada esa frecuencia son billones o trillones de personas, o sea, que habría buscar en varias galaxias para encontrar otra persona con ese mismo ADN.

–Dicho de otra manera, si cogemos una muestra y el perfil coincide con el de un sospechoso, ¿qué posibilidad de error hay?

–Posibilidad de error, ninguna. En los análisis no hay error. La probabilidad de que la persona donante de la muestra sea este o no otro es muy elevada, es de trillones.

–¿Cree que estos avances científicos pueden permitir resolver crímenes que permanecían sin resolver desde hace muchos años?

–Lo vemos a diario.

–¿Hasta cuando nos podemos remontar atrás en el tiempo?

–El último caso que hemos tenido el mes pasado fue una agresión sexual y homicidio de una mujer ocurrido en Canarias hace 16 años. Estaba a punto de prescribir el delito.

–¿Y se habían guardado muestras?

–Fue muy curioso. Fue en el año 94. El forense le hizo un lavado vaginal a la víctima. Se visualizan espermatozoides pero hace 16 años no trabajábamos con el ADN. Entonces esas muestras se enviaron al Instituto Nacional de Toxicología con sede en Sevilla. Allí se confirma que hay espermatozoides pero como no tienen manera de analizar aquello lo congelan. Y en el año 2007 los investigadores deciden reabrir el caso. Ven que se conservaban restos biológicos susceptibles de estudio con los medios actuales y se saca el perfil genético. En el año 2010 detienen una persona por un robo con intimidación y resulta que es el autor de aquello.

–¿Existe un archivo de perfiles?

–Sí. Hay una base de datos nacional.

–¿Cuántos perfiles hay?

–Tiene 168.000 aproximadamente.

–Y se van añadiendo...

–Cada día. Añadimos el Cuerpo Nacional de Policía, la Guardia Civil, el Instituto Nacional de Toxicología y las comunidades autónomas que tienen laboratorios forenses con capacidad para ello, que son los de los Mossos d´Esquadra y la Ertzaintza.

–Aparte de la prueba del ADN, ¿hay algún otro avance científico importante para la investigación de delitos?

–Esto no para de avanzar. Y si no estuviéramos en permanente reciclaje nos quedaríamos detrás de los delincuentes y eso no pinta bien. Ahora mismo otro de los campos donde se está investigando muchísimo es en informática forense, con todo el tema de nuevas tecnologías. El mundo cambia y los medios de investigación cambian con él. La Ley de Enjuiciamiento Criminal se redactó en 1811, habla de carruajes. En muchos aspectos está desfasada. No se contemplan las intervenciones telefónicas porque no existía el teléfono. No se habla de ADN porque no se había descubierto.