Alejandro de Abarca Barnet reconstruyó ayer en las inmediaciones de su casa, a un kilómetro y medio de Can Picafort, cómo fueron los últimos momentos de Ana Niculai. La titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Inca ordenó esta diligencia después de que el presunto asesino de la joven rumana confesara el crimen después de comparecer durante hora y media. El día anterior, en su segunda declaración, El Enano reconoció en la Comandancia de la Guardia Civil en la calle Manuel Azaña de Palma haber asesinado a la joven con varias inyecciones de heroína.

La comisión judicial se trasladó ayer a dos parajes cercanos a la vivienda de Alejandro de Abarca para comprobar si las declaraciones del acusado se correspondían con la realidad. Así, los investigadores trataron de recabar pruebas de que la víctima hubiera sufrido una supuesta agresión sexual.

Según la particular versión de los hechos aportada por El Enano, el presunto asesino mantuvo a la víctima atada a un árbol junto a su domicilio en el Camí de Trambús, situado junto a la depuradora de Can Picafort. Los investigadores realizaron una detenida inspección en la zona en busca de indicios que confirmaran este dato.

Igualmente, la comitiva se desplazó hasta un lugar donde había instalado un abrevadero. Allí, supuestamente, El Enano mantuvo a la víctima atada a un poste. Allí también se realizó una inspección ocular.

Durante las múltiples inspecciones oculares y la recopilación de pruebas, Alejandro de Abarca se quejó de que tenía hambre. La comitiva buscó un lugar para comprar unos bocadillos en Can Picafort.

El Enano repitió ayer por la mañana la versión dada a la Guardia Civil sobre las últimas horas de Ana Niculai. De acuerdo con su particular versión de los hechos, Alejandro de Abarca abordó a la joven en el garaje de Jeroni Pou. Su intención inicial era coger un coche para desplazarse a Son Banya a comprar droga.

De Abarca solo cambió su declaración realizada ante la Guardia Civil para decir que no empleó la violencia para llevarse a Ana en el coche. Según su nueva versión, le bastó con intimidarla verbalmente. Luego fue a Son Banya y compró cinco gramos de heroína. Instantes después, se inyecta la droga recién adquirida en el poblado y conduce hasta Muro con la joven encerrada dentro del maletero.

Alejandro de Abarca no tarda en regresar a Palma. Sobre las tres y media, El Enano condujo de nuevo el Audi A4 negro hacia Palma. Reconoce que estuvo tomando unas cervezas en la Porta de Sant Antoni. Mientras, una prostituta –ahora testigo protegida– admite haber visto a una joven, Ana Niculai, maniatada y amordaza en el asiento trasero del coche. La mujer está cubierta por una bicicleta y da golpes contra el parabrisas.

Al dirigirse de nuevo hacia Muro, Abarca sufre un pinchazo en la rueda delantera izquierda. Hace escala en un taller de Lloret para cambiarla por otra. No abre el maletero. Al hallar el coche calcinado, la rueda distinta supuso una pista crucial para los investigadores.

Reconocido junto a Gesa

Después de bajar a Palma, inicia el camino hacia Can Picafort. No permanece durante mucho tiempo en el norte de la isla. Alrededor de las seis y media de la tarde, vuelve a bajar a Palma. Un conocido se topa con él en las inmediaciones del edificio de Gesa.

A continuación, reemprende el camino hacia el norte. En un tramo indeterminado entre Muro y Can Picafort, inyecta heroína a Ana Niculai. En varias ocasiones, según su versión, le inoculó la droga.

En su particular versión de los hechos, Alejandro de Abarca hizo gala de numerosos vacíos temporales. No obstante, se recordó de que quiso borrar pruebas. Llenó varias garrafas de gasolina en una estación de servicio situada en la carretera Marjals, cerca de Muro.

A continuación, El Enano conduce el Audi A4 hasta un descampado situado en el Camí de s´Amarador. Allí prende fuego al coche con la joven Ana Niculai encerrada en el interior del maletero.

En su declaración de ayer, Abarca dijo que no se dio cuenta de que la joven estaba encerrada en el coche, aunque los acusadores le hicieron notar que sí había pensado en sacar una bicicleta que había robado.

Entre los congregados ayer en el juzgado estaba una joven que se subió a su coche tras sufrir una avería con su moto cerca de Muro. La chica refirió que no le había reconocido, pero que empezó a sospechar cuando él la llevó por varios caminos de la zona. Quiso bajar pero él lo impedía acercando mucho el coche a las márgenes del camino. Finalmente la chica pudo saltar fuera del vehículo y huir.