La titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Inca, Laura Mestre, en funciones de guardia, ha decretado prisión provisional sin fianza para el presunto asesino de Ana Niculai, a petición de la Fiscalía y de las acusaciones particulares en nombre de la familia y el novio de la víctima. Alejandro de Abarca está acusado de asesinato, robo, conducción temeraria, quebrantamiento de condena y detención ilegal.

Así lo ha decidido la magistrada tras una intensa jornada en los juzgados de Inca, donde esta mañana el detenido ha pasado a disposición judicial y ha prestado declaración durante hora y media, en la que ha ratificado la confesión que efectuó en dependencias del Instituto Armado.

Alejandro de Abarca, ´el Enano´, se derrumbó ayer en el segundo interrogatorio al que le sometió la Guardia Civil y admitió que el pasado lunes acabó con la vida de Ana, según ha señalado el abogado de la familia de Niculai, Antonio Monserrat, a las puertas del juzgado de Inca.

De Abarca confesó que lo ocurrido no fue premeditado, sino fruto de la más absoluta casualidad. Ese lunes él tenía que regresar al centro de reinserción en el que cumplía condena por un robo, pero decidió cambiar de planes. Quería droga y sabía dónde encontrarla. Sólo necesitaba un coche con el que poder llegar al poblado de Son Banya. Eligió el aparcamiento de Jeroni Pou para conseguir un vehículo. Entonces, Ana se cruzó en su camino a bordo de un Audi A4 de color negro.

´El Enano´ se abalanzó por la espalda sobre la joven justo cuando ésta bajaba del coche. Siempre según su declaración, la golpeó duramente y, tras maniatarla y amordazarla, la metió en la parte trasera del coche. De Abarca asegura que, cuando la raptó, no tenía intención de hacerle ningún daño. Pero no podía arriesgarse a dejarla libre ya que estaba convencido de que denunciaría el robo y el delincuente, viejo conocido de la Policía, sabía que una pequeña descripción haciendo mención a su corta estatura sería suficiente para que, antes o después, le identificasen.

Así que, con Ana maniatada y amordazada, se fue a Son Banya y compró cinco gramos de heroína y algo de speed. Afirma que se drogó y, a partir de ahí, las horas bailan. Condujo sin rumbo durante todo el día, hasta que, finalmente, paró el coche en el camino de s´Amarador, entre Muro y Can Picafort. Allí le inyectó una dosis letal de heroína. Sin embargo, confiesa que no fue hasta pasadas unas horas cuando se dio cuenta de que Ana estaba muerta. Entonces, nervioso decidió meter el cuerpo de la joven en el maletero y prender fuego al coche para borrar sus huellas. Finalmente,y mientras el coche ardía, Alejandro de Abarca emprendió la huida.