Un juzgado de Palma ha condenado a un joven de 22 años por torturar y matar de forma cruel a su perro, un husky siberiano, al que asestó multitud de navajazos en el cuerpo y dejó colgado en un saco de boxeo en un domicilio de la ciudad a principios de 2009. La magistrada le ha impuesto una pena de tres meses de prisión y dos años de tratamiento ambulatorio al considerarle responsable de un delito de malos tratos graves a animales domésticos. Además, le priva del derecho a la tenencia y porte de armas por un periodo de nueve años y le inhabilita para el ejercicio de cualquier profesión u oficio relacionado con los animales durante tres años.

El acusado, que sufre un trastorno mental y había estado ingresado en Son Dureta varias veces, tenía en casa, además del perro, tres cobras a las que alimentaba con ratas y en aquellas fechas se preparaba para ser policía nacional, según explicaron sus allegados.

La jueza ha apreciado la circunstancia eximente incompleta de alteración mental al considerar que el sospechoso padece un trastorno obsesivo compulsivo y rasgos límites de su personalidad, lo cual disminuye notablemente sus facultades intelectivas y volitivas sin anularlas. La sentencia, que no es firme y que ha sido recurrida ante la Audiencia de Palma, destaca que tras el juicio quedó patente que el acusado mató a su perro "de una forma cruel". La magistrada le prohíbe llevar armas durante nueve años al entender que "es un peligro que una persona que en determinados momentos puede descontrolarse pueda portar un arma" al padecer este tipo de trastorno. El joven actualmente está en tratamiento.

Los hechos ocurrieron en Palma el pasado 8 de febrero de 2009, sobre las ocho de la mañana, cuando el imputado, que tenía un perro de raza husky siberiano, llegó a su domicilio procedente de la calle y se encerró en su habitación.

Allí, colgó por ahorcamiento al animal de la parte superior de un saco de boxeo mediante una suerte de collar realizado con bolsas de plástico y le vendó la cara con cinta de embalar, según se declara probado en la sentencia.

A continuación, el joven, estando ya el can indefenso y próximo a la muerte por asfixia, le propinó multitud de navajazos por todo el cuerpo, lo que provocó que falleciera desangrado.

Cuando la Policía llegó al piso, descubrió el husky siberiano colgado del saco de boxeo, lleno de sangre y sin señales de vida en el dormitorio. El animal presentaba unas diez puñaladas y tenía el vientre abierto. Los agentes encontraron también en la habitación la navaja utilizada y catanas.

La magistrada, tras analizar la prueba testifical practicada en el juicio, concluye que el acusado esa mañana mató a su perro de una forma cruel, ya que así se lo reconoció a sus padres y a su compañera de piso, diciéndole a esta última que lo sentía, que le tenía que perdonar, pero que tenía que hacerlo. Y a la llegada de sus progenitores, le dijo a su madre "mira lo que he hecho", en clara alusión a la muerte del perro. La jueza indica que el joven no tenía sus facultades mentales totalmente anuladas.