El inspector de Policía, jefe de la unidad de motoristas, que la pasada semana ingresó en prisión acusado de torturar a un detenido, llamó seis veces a la comisaría preguntando cúando iba a llegar el detenido a las dependencias policiales. Este funcionario, que está en prisión junto a un subordinado que también se vio implicado en este caso, mantuvo un enfrentamiento personal con un individuo en una discoteca del Paseo Marítimo el pasado mes de agosto. El inspector estaba tomando unas copas con unos compañeros. Ninguno iba uniformado ni se encontraba de servicio. Uno de sus amigos mantuvo una discusión con un cliente que estaba en el local con su novia y un amigo. La situación fue calentándose y de los insultos se pasó a los golpes. El cliente golpeó a uno de los policías con un vaso y le provocó un corte en la mano. Esta pelea justificó que los policías redujeran al individuo y le detuvieran.

Este joven afirma que en ningún momento supo ni sospechó que el grupo con el que se había peleado lo formaran policías. Sin embargo, en el informe que justifica su detención se le acusa de un delito de atentado a la autoridad y no de lesiones.

La detención formal no la realizaron los policías de la discoteca, sino una patrulla compuesta por agentes de refuerzo. Antes de ser trasladado a comisaría los funcionarios decidieron llevar al joven a Son Dureta, porque también presentaba lesiones.

El inspector abandonó la discoteca y se dirigió a comisaría para recibir al individuo. Hasta seis veces llamó a la central de la Policía interesándose por cuándo iba a llegar. Estas llamadas han sido grabadas y es una de las pruebas que se han aportado en su contra. En una de ellas ordena a la patrulla que realiza el traslado que entregue al detenido, no por la puerta principal de comisaría, sino por el garaje, que es es el único lugar del edificio donde no existe vigilancia de cámaras.

Antes de que llegara el detenido el inspector llamó por teléfono a uno de sus subordinados, que hacía poco que había terminado el turno, para que fuera a comisaría. Este agente llegó uniformado y armado. La patrulla entregó al joven al inspector y al otro policía en el garaje y es allí donde ocurrió el incidente. El detenido afirma que fue obligado a colocarse de rodillas y que comenzó a recibir patadas, puñetazos y amenazas. Asegura que el inspector le dijo que iba a matar a su mujer y a su hija. También dice que el policía uniformado sacó su pistola, se la colocó en la sien y disparó tres veces, aunque el arma estaba descargada. El forense ha confirmado que la marca que tenía la víctima en la cabeza se produjo por el disparo de un arma. Se da la circunstancia, además, que la pistola del policía fue limada, al parecer para que el cañón no coincidiera con la lesión de la víctima.

Informe falsificado

El Grupo de Homicidios, que investigó este caso, descubrió que en el informe que se redactó para justificar la detención del cliente no aparece reflejada la intervención del inspector ni de su subordinado. Se descubrió que habían pedido a un compañero que apareciera formalmente en el informe, sin que hubiera intervenido en ningún momento en la detención. Por ello, también están acusadas de falsificación. Sus abogados han pedido su libertad.