Un juzgado de Palma ha condenado a una ginecóloga de la isla por una negligencia médica durante una cesárea, ya que se dejó una gasa en el abdomen de una paciente. La víctima sufrió múltiples complicaciones, así como graves secuelas físicas y psíquicas y quedó estéril. La magistrada ha impuesto a la especialista en obstetricia una pena de multa de mil euros al considerarla autora de una falta de lesiones por imprudencia. Además, también la condena a indemnizar a la perjudicada con 173.370 euros por los cerca de dos años que estuvo de baja y las severas secuelas y daños morales que ha padecido.

La afectada tuvo muchas complicaciones tras la intervención de cesárea a la que fue sometida en una clínica de Palma en noviembre de 2001. No fue hasta cuatro meses después, en marzo de 2002, cuando otro médico le extrajo la compresa del vientre. La paciente sufrió una inflamación pélvica infecciosa generalizada debido al abandono de la gasa en su cuerpo que condujo finalmente a la pérdida de la fertilidad. Desde la cesárea, la víctima ha vivido un verdadero calvario, ya que se ha visto obligada a un peregrinaje durante varios años de médicos, pruebas y operaciones, que le han ocasionado un cuadro ansioso depresivo importante, según la sentencia. Además, ha tenido que abandonar su profesión al no encontrarse en condiciones para trabajar.

Según se declara probado, la acusada prestaba sus servicios en una clínica de Palma como médico especialista en ginecología y utilizaba el quirófano y otras instalaciones, así como el equipo médico de guardia y el personal auxiliar del citado centro, para realizar su trabajo. El pasado 10 de noviembre de 2001, la ginecóloga practicó una cesárea no programada a una paciente actuando como cirujano jefe de la operación. A la afectada se le había diagnosticado preeclemsia y el bebé estaba de nalgas.

La intervención discurrió con normalidad. Sin embargo, al término de esta, quedó olvidada en el interior de la cavidad abdominal de la paciente una gasa quirúrgica, a pesar de haberse realizado el recuento de todas las gasas que se habían utilizado en la operación y de haber examinado el campo operatorio antes de proceder al cierre de la cavidad abdominal, según se desprende de la sentencia.

Detectan la gasa

Cuatro meses después, el 7 de marzo de 2002, tras detectarse la gasa mediante una ecografía y un TAC, la mujer fue intervenida de nuevo para retirarle la compresa. El cuerpo extraño le produjo una masa fistular en la pelvis, una fistulación intestinal y una enfermedad pélvica inflamatoria, complicaciones que concluyeron con su esterilidad, según la sentencia. La víctima, representada por el letrado Antonio Diéguez, tuvo que ser operada varias veces y estuvo de baja casi dos años. Como consecuencia de estos hechos, la mujer ha sufrido dolor abdominal de tipo crónico y un cuadro ansioso depresivo importante. Además, se vio incapacitada para seguir trabajando. La magistrada del juzgado de lo penal 2 de Palma, al analizar los daños morales que ha sufrido, señala que la perjudicada tampoco ha podido disfrutar de la maternidad al 100% al no encontrarse bien de salud.

La jueza destaca que la acusada, como cirujana y responsable máxima de la intervención, era quien debía ejercer el control directo sobre el recuento de gasas. Según la sentencia, es el cirujano el que tiene la obligación de comprobar que los recuentos parciales de cada uno de sus ayudantes concuerda con el recuento final, ya que es quien decide cuando debe cerrarse la herida. La jueza apunta que, si bien a la ginecóloga acusada no cabe imputarle ligereza o desprecio a las más elementales normas de cuidado porque se llevó a cabo el recuento, sí que incurrió en una "falta de atención y cuidado" en el modo de efectuar dicho recuento al no verificarlo por si misma, lo que constituye una negligencia leve.