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Con ciencia

Neandertales

Neandertales

Cuando aparecieron los fósiles ­-destrozados por los explosivos de los canteros- de la cueva de Feldhofer en el valle de Neander (Alemania), se abrió un nuevo capítulo en la historia de la evolución humana. Corría el año 1856 y faltaban tres para que se publicara el libro canónico de Darwin, el Origen de las especies. Los operarios de la cantera pensaron que se trataba de un oso de las cavernas pero el maestro del instituto de Elberfeldt, Johan Fulhrott, y el profesor de la universidad de Bonn Herman Schaafhausen sostuvieron que se trataba de un ser humano, aunque muy primitivo.

Pronto los neandertales -que de uno de ellos eran los huesos- fueron objeto de polémica. Los fósiles de Neander eran restos un pobre idiota con patologías severas para Charles Carter Blake, uno de los fundadores de la Sociedad Antropológica de Londres. Era un cosaco mogol según Richard Virchow, antropólogo también. Los grabados de la época, incluso los aparecidos tras la divulgación de la obra de Darwin y la propuesta hecha por Alex Hrdlicka en 1927 -¡70 años después del hallazgo original!- de que se trataba de un ancestro de los humanos modernos, representaban a los neandertales como seres deformes, verdaderos brutos. Sin embargo, el geólogo irlandés William King había propuesto ya en 1863 la clasificación de Homo neanderthalensis para los fósiles de Neander y los muchos otros ejemplares europeos similares que fueron apareciendo.

Todo este prolegómeno histórico viene a cuento porque una nueva datación del yacimiento indio de Attirampakkam -con herramientas de la tradición achelense- llevada a cabo por Kumar Akhilesh, investigador del Sharma Centre for Heritage Education de Chennai, capital de Tamil Nadu (India), y sus colaboradores, lleva hasta casi 400.000 años la época de salida del continente africano de seres humanos capaces de tallar bifaces. Por razones que desconocemos, no pasaron del subcontinente indio: en el Extremo Oriente no hay ese tipo de hachas tan características del Paleolítico Medio.

Pero estábamos hablando de los neandertales, nuestros primos hermanos, que no antecesores nuestros. Nunca llegaron tan lejos, ni se quedaron en los bifaces; de hecho, desarrollaron las técnicas de talla más sofisticadas de las que dispuso el linaje humano hasta la aparición de los miembros de nuestra especie. Los neandertales eran seres muy evolucionados, enterraban en ocasiones a sus muertos, ensartaban conchas y dientes para hacer collares y usaban el ocre. Se parecían mucho a nosotros. Pues bien, un comentario sobre el artículo publicado en Nature por Akhilesh y colaboradores, una columna aparecida en uno de los diarios de España que más atención prestan a la ciencia, sigue atribuyendo "rasgos arcaicos" a los neandertales. Menos mal que no les llama idiotas.

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