El héroe de la línea 2 del metro de Valencia tiene nombre: se llama Mehdi Bentabba, es de origen marroquí y vive con su pareja en Paiporta. No entiende el revuelo que ha causado su acción. "Hice lo que debería haber hecho cualquiera", dice. El problema, o más bien, la excepcionalidad, es que solo lo hizo él. Mehdi fue el único que, alertado por la cantidad de sangre que había en el suelo del vagón, se acercó hasta el herido, cogió su bufanda y le hizo un torniquete en la pierna donde descubrió un profundo corte para evitar que siguiera desangrándose. Mehdi no tiene ningún conocimiento médico -está desempleado actualmente-, ni ha hecho ningún curso de primeros auxilios; solo se dejó llevar por su impulso.

Para Mehdi lo más sorprendente es que nadie en el metro hacía nada. "Salvo un par de personas que le dieron pañuelos para sacarse sangre y llamaron al 112, nadie hacía nada. Es más, una chica se puso a vomitar, otros se levantaron del asiento de al lado y empezaron a quejarse diciendo que daba asco", relata.

Ahora Mehdi Bentabba se muestra preocupado por conocer el estado de ese desconocido al que le pudo salvar la vida. "Solo me dijo que tenía 29 años, pero no me dijo su nombre. Cuando me puse a hacerle el torniquete me dijo que no lo hiciera porque se me iba a ensuciar la bufanda de sangre, y yo le miré y le contesté que ahora eso era lo que menos importaba", recordaba.

De hecho, Mehdi intentó acompañar al chico herido al hospital "pero la chica que trabajaba en el metro me dijo que no, que yo bajara en mi parada y que ella lo acompañaría a la ambulancia que estaba esperando en la parada de Safranar".

Pero este paiportino que vino de Marruecos hace seis años asegura que no puede dejar de pensar en el chico. "Quiero saber cómo está, ponerme en contacto con él, pero no sé cómo", señala, aunque lo propio sería que fuera el herido el que intentara contactar con Mehdi para agradecerle su ayuda. Por cierto, que nadie lo hizo. "Solo un chico que se bajó en la parada de Paiporta conmigo me dio la mano", recuerda.

Ese chico era Paco Gascó, testigo que contó al diario Levante-EMV la historia de este "héroe" de la línea 2 del metro que demostró que a la hora de ayudar al prójimo no hay religión, nacionalidad, edad, o condición sexual que influya, solo buena voluntad.