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Análisis

Qué noche la de aquel ´Handia´

El desafío de premiar al corto mallorquín ´Woody&Woody´ ennoblece a la Academia

Qué noche la de aquel ´Handia´

Soy un consumidor de cine. Pago alrededor de doce euros por película. Aboné esa cantidad por la abracadabrante Abracadabra. Me daba miedo antes de deglutirla, abonar doce euros te entrena el olfato. En efecto, no merecía ni ser estrenada. (El experto de TVE en la gala de los goyas habla de Jurassist Park ante un estupefacto Juan Antonio Bayona. Si no sabe inglés, que lo llame Parque Jurasista).

Les pido a mis películas lo mismo que a las salchichas y las sandías que compro. Ya sé que un director y un actor se consideran muy superiores a un carnicero o un frutero, aunque todos ellos cobren en euros indistinguibles. (La experta de TVE en la gala señala ante un estupefacto Quim Gutiérrez que nadie lleva el smoking como él. Es lo único positivo que cabe afirmar de su carrera, mi charcutero es muy elegante).

A menudo compro una sandía ayuna de sabor. Y entonces pienso en El autor. Incolora, inodora e insípida. Javier Gutiérrez no aguanta el protagonista. Antonio de la Torre, nuestro Robert de Niro, ofrece una interpretación de catálogo que envió por WhatsApp. Soy arbitrario, y me someto a la jurisdicción de cualquiera que también pagara doce euros por la película.

El autor es el único caso que recuerdo en que una escena capital del trailer no aparece en la película. No, la destrucción del coche escamoteada no me pilló dormido, aunque me sobraban los motivos. Descuidada hasta ese extremo, un envase que anuncia doce salchichas y solo contiene diez.

Cualquier presentador antes que el empalagoso Dani Rovira, pero Ernesto Sevilla logró empeorarlo desde el primer minuto, hundiendo de paso a Joaquín Reyes. Volvamos al cine. Sé que aguardan un comentario incisivo sobre Estiu 1993. Una película con niña es tan tramposa como colgarle el toisón de oro a una cría de esa edad para salvar al Estado. Por algo no llegó al quinteto del Oscar a la mejor cinta extranjera, donde En cuerpo y alma y Sin amor comparten su género con maestría

El primer goya fue a Eneko Sagardoy por Handia, que enhebró una ristra de premios sin número ni paréntesis. Digerir la tristeza inmensa de esta película requiere un esfuerzo, pero también lo merece, a diferencia de las producciones antes citadas. La aplaudo con reservas, porque no estoy seguro de haber perdonado a sus autores la abominable Loreak. Me alegro de que La librería le arrebatara los premios gordos, a pesar de Isabel Coixet.

Con las valiosas Selfie, Perfectos desconocidos y Muchos hijos, un mono y un castillo arrinconadas por el aburrido cine del autor, la sorpresa mayúscula desembarcó en los cortometrajes de animación. El chovinismo es solo la segunda razón para celebrar el premio a Woody&Woody, de los mallorquines Laura Gost y Jaume Carrió.

En un momento en que Woody Allen es despeñado por los mismos que nos conminaban a adorarlo, los consumidores de cine a doce euros la sesión decretamos que el premio a un corto de impecable factura sobre el cineasta ennoblece a la Academia. Se necesitaba valor, el mismo que mostró Gost para recordar que el autor de Hannah y sus hermanas es "un genio". Un maldito genio.

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