Un equipo internacional, con participación de la Universidad de Complutense de Madrid, ha aportado la primera evidencia experimental de la capacidad de las orcas de imitar sonidos del habla humana.

El estudio, publicado este 31 de enero en Proceedings of the Royal Society B (Biological Sciences), sugiere que los cetáceos pueden adquirir sus dialectos vocales por aprendizaje social.

La imitación de sonidos novedosos, es decir, aprender a producir un sonido nuevo solo por escucharlo, es una propiedad central del habla humana, que ha impulsado la evolución de otra adaptación única en nuestra especie: la cultura humana, explica la Complutense en un comunicado. Aunque la capacidad de copiar sonidos de individuos de la misma especie está muy extendida en las aves, es notablemente rara en los mamíferos y, entre los primates, es prácticamente exclusiva de los humanos.

Varias especies de cetáceos muestran diversidad de repertorios vocales (canciones, llamadas) específicos de cada grupo. Entre ellas, destaca la orca (Orcinus orca) por los dialectos vocales exhibidos, que se cree que son transmitidos mediante aprendizaje social, no solo de la madre a la descendencia, sino también entre diferentes matrilíneas (grupos).

Como muchas de estas diferencias entre grupos no se pueden explicar por factores ecológicos o por herencia genética, los expertos han propuesto la hipótesis de que pueden haber sido adquiridas por aprendizaje social, particularmente por imitación. Sin embargo, dilucidar el mecanismo preciso de aprendizaje social involucrado es difícil, se necesitan datos experimentales para determinar si la imitación vocal es un mecanismo verosímil.

La imitación se produce de otras especies

El investigador principal del estudio y científico de la Complutense, José Abramson, documentó en un trabajo de 2013 que las orcas son capaces de aprender por imitación acciones motoras novedosas realizadas por congéneres. El trabajo que se publica ahora documenta que esta capacidad de imitación también está operativa cuando los estímulos son sonidos, incluso cuando los modelos que los producen son individuos de otras especies, en este caso, la especie humana.

En la investigación de imitación vocal se utilizó el mismo paradigma que ya había sido empleado en el estudio de la imitación motora; el sujeto es entrenado a responder a la señal "haz lo que el otro hace" o "haz lo que yo hago", en la que se le pide a la orca que copie la acción motora o vocal (familiar o novedosa) que está realizando otro sujeto (que actúa como modelo) de la misma o de otra especie.

En la primera fase del experimento se entrenó como modelo a Moana, una orca macho de 3 años de edad, para realizar 5 vocalizaciones nuevas (lo más distintas posible de su repertorio natural), que fueron asociadas a diferentes señales con las que se le pedía posteriormente que las emitiera. El sujeto experimental fue Wikie, una Orca hembra de 14 años de edad. Wikie actúo como el sujeto "observador" al que se le pedía que "copiara" las vocalizaciones nuevas que hacía Moana, mediante una señal que ya había sido aprendida en el experimento de imitación de acciones motoras previamente mencionado.

Además, se introdujo una variante en la que se le pedía otras dos vocalizaciones nuevas producidas por Moana, pero esta vez fueron grabadas y emitidas as través de un altavoz. En la segunda fase, para asegurar la novedad del sonido y, por lo tanto, la flexibilidad de la capacidad de imitación vocal, se puso a prueba a Wikie ante 6 sonidos humanos.

Wikie tuvo éxito en la copia de todos los sonidos independientemente de que fueran producidos por un modelo de la misma especie, tanto en vivo como a través de un altavoz, o por un modelo humano. La naturaleza atípica de algunos de los sonidos que se usan (habla humana) evidencia la gran flexibilidad de esta especie. Los resultados muestran que la evolución ha dotado a las orcas de capacidades imitativas realmente sofisticadas y apoyan la hipótesis de que los dialectos que se han documentado en esta especie y en otros cetáceos se pueden adquirir y mantener a través del aprendizaje social y, más específicamente, a través de la imitación.

Aprender un comportamiento nuevo mediante la observación de otro individuo (aprendizaje social) permite la transmisión no genética de información y constituye un posible vehículo para la difusión y consolidación de las llamadas tradiciones culturales, firmas específicas de cada grupo, subraya el comunicado de la Complutense.

En la investigación gan colaborado miembros del Grupo de Estudio del Comportamiento Animal y Humano (GECAH) de la Universidad Complutense de Madrid, junto con científicos de la Universidad Católica de Chile, la Universidad Politécnica de Madrid, la Universidad de St. Andrew y el Max-Planck Institute for Evolutionary Anthropology.