El poeta Carles M. Sanuy le ha dado una vuelta de tuerca al soneto al seguir su estructura métrica con lenguaje coloquial. Con 'L'ordre de les coses' el jurado ha estimado "su fuerza lírica y el vigor métrico y rítmico". Él confiesa que nunca antes "había trabajado la métrica"

Se da la circunstancia de que los dos premios literarios de este año se han ido a Balaguer, a dos autores que son de este lugar "del reino de Urgell", y de que son amigos y compañeros de colegio. El premio de poesía ha recaído en Carles M. Sanuy -Balaguer, 1959- por su poemario L'ordre de les coses. "La poesía no es que ordene las cosas, es una herramienta de creación estética y a la vez de distanciamiento y de reflexión", apunta.

En su poemario, Sanuy "juega a lo que juega la literatura: a las vivencias del día a día, a sacar más reflexiones que conclusiones y que sean universalizables". Sus poemas surgen "de la observación, d ela experiencia, y de sacar un sobre estrato que permita encontrar espacios de convivencia con los demás".

En el caso de este poeta, que también fue periodista años atrás, sus versos no están ligados "a la necesidad, sino a una manera de acercarme al mundo, de coger distancia y reflexionar con lápiz y papel".

Si, tal y como él mismo recuerda, sus primeros libros se inscribieron en el simbolismo, con una fuerte impronta "del sentido de la realidad", hoy se interna más "en la sonoridad del silencio".

Aunque a Carles M. Sanuy se le ha visto a menudo en recitales. Integrante del colectivo Free't de improvisaciones, pondera sus virtudes, cuyas raíces se hunden en el teatro clásico, aunque alerta de sus peligros: "La recuperación de la poesía en bares, en espacios públicos, ha sabido llevar la poesía oral a entornos que han conectado muy bien con ella, pero a la vez, en Barcelona se ha dado un problema, y es que muchos poetas que escriben para recitar buscan el efecto rápido en el público; faltándoles consistencia".

Con todo, a él que ha colaborado con Carles Santos, Toti Soler y Ellas Solas, le gusta "la dicción en voz alta, pero no la poesía dramatizada".

Juzga que la poesía "se defiende sola", quien en sus últimos poemas se ha servido del soneto, con el que nunca antes había trabajado su métrica, para otorgarles de un lenguaje coloquial, sencillo. Así surgió les ciutats i els homes, y el galardonado con el Ciutat de Palma, L'ordre de les coses. De la Escuela de Barcelona, admira a Barral.