Una roca procedente de un asteroide generó la madrugada del miércoles una gran bola de fuego que sobrevoló el mar Mediterráneo entre las costas de la Comunidad Valenciana y Balears. Se trata de un fenómeno bastante frecuente. "Cada día pueden caer entre 10.000 y 15.000 toneladas de material que se queman en la atmósfera. La atmósfera actúa como un súper airbag térmico. Lo quema todo", detalla el director del Observatori Astronòmic de Mallorca (OAM), Salvador Sánchez. El también miembro asociado de la Unión Astronómica Internacional (IAU) avanza que a partir de enero el OAM instalarán "dos cámaras de gran camp" para que capten en tiempo real este tipo de fenómenos. Se trata de un proyecto dependiente del Institut d'Estudis Espacials de Catalunya (IEEC) y que coordina el astrofísico José María Trigo. "Nos dedicaremos a monotorizar este tipo de eventos. Ya tenemos el visto bueno de Trigo para instalar una cámara en el norte de Mallorca y otra en el sur", detalla Sánchez que hace hincapié en que se trata sobre todo de un trabajo de prevención.

El experto explica que caen muchos meteoros pero que no se monitorizan. "No tenemos constancia", justifica. Especifica que se trata de "objetos pequeños". "Son como una moto, un coche pequeño o, incluso, un microbus. No suelen ser más grandes", compara. "Estos objetos entran en la atmósfera a 120 kilómetros por hora y al final se incineran totalmente", concreta. En el caso de la roca de un asteroide que cruzó el miércoles el cielo entre las costas de Valencia y Balears, concretó, que no ha caído nada en el mar porque a los 100 metros de altura empieza a quemarse y a 50 ó 40 kilómetros ya no queda nada porque se desintegra totalmente.

Destaca la importancia de tener dos cámaras que rastreen el mismo fenónemo. "Si se tienen registros de cámaras en dos puntos diferentes, se puede saber su trayectoria exacta. Un dato que permitirá conocer de qué tipo de órbita procede", justifica.

La gran bola de fuego se produjo a las 5.22 horas del miércoles y fue captada por los detectores que la Universidad de Huelva tiene instalados en el Complejo Astronómico de La Hita, en La Puebla de Almoradiel (Toledo). La velocidad de la roca rondaba los 140.000 kilómetros por hora, lo que hizo que se volviese incandescente en el rozamiento con la atmósfera y se generara el espectacular fenómeno luminoso.