ace un año, casi día por día, Leopold Hager, todo un top ten de la dirección orquestal, se puso al frente de nuestra Orquestra Simfònica con un programa Beethoven, Schumann y Brahms. Ahora ha vuelto, sin solista, y con otros dos compañeros de viaje: Schubert y Bruckner, de quienes dirigió la Quinta y la Cuarta sinfonías, respectivamente.

Con Hager al frente me he reconciliado con Bruckner. Ya no me parece aburrido. Su versión de la Cuarta fue muy seductora, con una potencia y una energía que hicieron imposible no ceder a su encanto. Leopold Hager, a sus ochenta y dos años, emana juventud. "Tenemos la edad que tienen nuestros sentimientos", escribe Thomas Mann en La Muerte en Venecia. Así que Hager, sin duda, siente como un adolescente.

¿Y qué fue lo que hizo

Lo mismo podemos decir de esa obra tan notable como es la Quinta de Schubert. ¡El fraseo, imbécil, es el fraseo! Sí, otra vez esa manera de poner el énfasis, de parar, de respirar, de silenciar incluso (en la música, el silencio cuenta tanto como las otras notas). La alegría que envuelve toda esa partitura salió a flote. Inmenso Hager, inmensa la Orquestra.

Se nos hará largo esperar otro año para disfrutar del maestro. Pablo, Pere: haced que vuelva pronto.