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Salud

Deporte mortal

Los efectos saludables del ejercicio físico se tornan perjudiciales cuando se cae en excesos que afectan a algunos deportistas profesionales

Michel Breal, un filólogo francés, propuso al Barón de Cubertain,quien había resucitado los Juegos Olímpicos, que incluyera la carrera de Maratón. Cómo fue la primera, no está claro. Herodoto dice que fue el corredor de larga distancia Filípides el que corrió a pedir ayuda a los espartanos. Era el año 490 antes de nuestra era, se enfrentaban los atenienses a las tropas persas de Darío I en la batalla de ese nombre. En otra versión, muy posterior, Luciano dice que Filípides corrió a Atenas y dijo: "Alegraos, vencemos". Y al decir esto murió exhalando el último suspiro.

Es quizá la primera muerte en el deporte de la que tenemos noticia. Lo más fácil es atribuirla a un infarto de miocardio, pero no estoy seguro. Recuerdo cuando mi amigo Tito Posada, que tantas cosas de cardiología me enseñó, me dijo que era difícil tener un infarto cuando se hace ejercicio. Entonces todavía se consideraban angina e infarto la misma enfermedad, en grados de desarrollo diferente. Hoy se ven como primas hermanas. La primera sí que ocurre en el esfuerzo y es lógico. La arteria que lleva la sangre, y el oxígeno, al músculo cardiaco está parcialmente obturada. Cuando se hace ejercicio el músculo consume más energía, tiene que quemar el azúcar. Necesita mucho oxígeno y no le llega. Entonces se produce la isquemia y con ella acidez y otras sustancias que irritan las terminaciones nerviosas del músculo: un dolor tremendo que obliga a parar. La demanda de oxígeno se reduce y así el dolor. El infarto es diferente. Ocurre por una obstrucción total de la arteria, ya no pasa nada de sangre, de manera que el músculo muere, se necrosa. Esa obstrucción es raro que ocurra mientras se hace ejercicio a no ser que en ese momento de una de las placas que obstruyen parcialmente la arteria se desprenda un trozo, viaje en el torrente circulatorio hasta obstruirlo ayudada por las plaquetas que acuden a tapizar el trombo. Los infartos asociados al ejercicio intenso, que son raros, suelen ocurrir en los primeros minutos de descanso. Pudo ser la causa de la muerte de Filípides.

Los efectos beneficiosos del ejercicio se extienden a lugares insospechados, incluso al cerebro. Hay prueba de que el ejercicio mejora las conexiones y circuitos cerebrales. En niños, por ejemplo, facilita su crecimiento y maduración, y en adultos y ancianos también mejora la funcionalidad. Pero junto a esos beneficios no podemos ocultar los perjuicios. Sobre todo de algunos tipos de ejercicio. Por ejemplo, correr. Es quizá el que más lesiones produce, tanto porque hay más gente que lo practica como porque en sí mismo puede ser lesivo para las articulaciones. Nadie sabe cuál es la mejor manera de correr para no dañarse. Sí hay reglas elementales que se desprenden de la biomecánica. Como la mayoría de las lesiones son por acumulación de pequeños traumatismos, lo mejor es no castigar demasiado las rodillas, darles descanso. Sobre el tipo de calzado, o su ausencia, aunque tiene importancia, no acaba de encontrarse un consenso. Hay otros factores, el tipo de pisada, la superficie, también sujetos de discusión.

Si bien la carrera es la causa más frecuentes de lesiones asociadas al ejercicio, no es la más importante. Lo que más inquieta son los traumatismos que ocurren en algunos deportes. Creo que fue hace dos años cuando el New York Times se preguntó, en un editorial, si debería dar cobertura a la Super Bowl. Es la final de la Liga de fútbol americano. Había reportado, y comentado, varios casos de encefalopatías y mielopatías (alteraciones de la médula espinal) en deportistas que sufren repetidos traumatismos craneales. ¿Es lícito, se preguntaba, apoyar estos deportes? Dinero y espectáculo están por encima de la razón. Leo que la familia de un jugador, condenado por asesinato, reclama a la Federación de Fútbol daños y perjuicios, pues se vio que tenía lesiones cerebrales que se atribuyen a los traumatismos y que consideran son la causa del comportamiento violento. Que el juez dé la razón a la familia puede ser bueno para modificar las reglas de juego. Pero es malo porque significaría que se asocia causalmente configuraciones cerebrales con comportamientos. Y eso es muy peligroso. Ya se la había ocurrido a Lombroso, teoría que felizmente se desechó. El cerebro es dúctil y más aún el comportamiento, fruto de la estructura somática, la experiencia y el medio en el que ocurre. El riesgo de que al final a uno le juzguen mediante las imágenes cerebrales es inquietante, lo mismo que si uno dice que está condenado a ser o hacer lo que hace porque "está en mi naturaleza" como en el cuento del escorpión y la rana.

Una reflexión final. La protección de los animales sometidos a espectáculos, entre ellos los toros, es razonable. Pero no lo es más la protección de las personas, de los deportistas a los que se obliga a esfuerzos o riesgos importantes.

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