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Crítica de cine

La Gaia de la pradera

No es ninguna novedad que muchos cineastas reputados poseen a un ego sólido, en el sentido de talento, autoconfianza, ambición creativa y personal. Pocos, poquísimos, añaden modestia. La atrofia del super-yo en algunos del primer grupo les lleva a desvaríos como el de Madre!

El guión pretende, ni más ni menos, crear una metáfora de la Tierra, Dios y la Humanidad con una pareja que vive en medio del campo. Spoilers a continuación: La casa representa a la Tierra en sentido físico; Ella ( Lawrence), a Gaia, la madre Tierra como ente vivo; Él ( Bardem), a Dios; una gema de gran tamaño viene a ser la manzana; la pareja de intrusos ( Harris y Pfeiffer), Adán y Eva; y la turba de acólitos, la humanidad arrasadora. Una parábola muy simple para el que la capta, desconcertante para el que se le escapa. La realización es potente, en eso Aranofsky no tiene nada que demostrar, aunque la steadycam es a ratos mareante. Las actuaciones, soberbias. El cineasta ha aprovechado su caché para atraer a actores de primerísima línea como Bardem, Lawrence, Harris y Pfeiffer, más el ubicuo hijo de Brendan Gleeson. Aunque la película no es tan ampulosa como El árbol de la vida de Terrence Malick, ni tan críptica como Anticristo de Lars von Trier, dos ejemplos equivalentes y recientes, comparte esencia. Chutes de ego, futiles intentos de resumir la historia de la humanidad en una píldora digerible para el gran público. Ojalá Aranofsky vuelva a meter su ego en la lámpara y busque guionistas/guiones externos potentes, como los de El luchador o El cisne negro.

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