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Con Ciencia

La solución

La solución

Ehsan Masood, periodista especializado en comentarios científicos, profesor del Imperial College de Londres y editor de un número especial de la revista Nature sobre la ciencia en el Islam, aparecido en 2006, acaba de publicar en esa misma revista un análisis en verdad interesante acerca de la manera como el trabajo científico puede servir de salida para el problema que ha llevado a seis países árabes a romper sus relaciones diplomáticas con Qatar. Como se sabe, Arabia Saudita, Egipto, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, Yemen y Libia acusaron a Qatar en el mes de junio pasado de financiar el terrorismo y, en el caso de Arabia Saudita, cerraron su frontera. Masood sostiene que la comunidad científica podría ofrecer una solución al conflicto.

Como el mismo autor reconoce, parece difícil que algo así suceda. Los países que forman parte del Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo, es decir, Baréin, Kuwait, Omán, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y la propia nación de Qatar (CCEAG) se encuentran entre los más ricos del mundo. Esa prosperidad deriva, por supuesto, del petróleo y exige elevados niveles técnicos y científicos para su explotación. Pero en ninguno de esos Estados se acepta la presencia de academias de ciencia de peso internacional, presentes desde hace siglos en casi todo el mundo incluso —como señala Masood— Afganistán. La idea del profesor del Imperial College estriba en que Qatar aproveche los muchos lazos internacionales que tienen los científicos que trabajan allí para promover el establecimiento en el país de una academia de ciencias. Tal paso adelante supondría contar con un apoyo de personas muy influyentes en todo el mundo, que ocupan lugares clave en la industria, en la universidad y en muchos gobiernos. Al fin y al cabo, en las espaldas de la ciencia descansa el futuro de la prosperidad de todo el planeta.

La idea de Massod es digna de ser discutida e incluso defendida. Pero puede que tropiece con la diferencia que existe entre racionalidad y realidad. Ninguna actividad científica organizada, tal y como exigiría una academia de ciencias, es compatible con políticas restrictivas hacia el libre pensamiento, e incluso la condición femenina, comunes no sólo en Qatar sino en el resto de los Estados del CCEAG. Levantar esas barreras se convierte, pues, tanto en la condición necesaria como en el objetivo final para que se resuelva el problema. Estamos ante el dilema clásico de lo que viene antes, si el huevo o la gallina. Cierto es que el artículo de Massod se llama Un poco de democracia puede llevar muy lejos. Pero es ése precisamente el temor de los jerarcas de los países del Golfo, por más que acosen ahora a Qatar por sus lazos con el terrorismo islámico. Me parece que el que Doha opte por abrir las puertas a la ciencia es algo que choca con la concepción misma de la sociedad defendida por sus jerarcas. Y ojalá que sea yo quien esté en el error.

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