A muchos vecinos de s'Arenal les da tristemente igual si el Real Mallorca o el Atlético Baleares ganan sus partidos, incluso si me apuran les sucede lo mismo con los todopoderosos Real Madrid y Barcelona, pero de lo que no pueden pasar es de la Bundesliga. Y no es porque les interesen más los triunfos del Bayern de Múnich, Borussia Dortmund o el Hoffenheim, sino porque los éxitos de estos equipos pueden llegar hasta el salón de casa, por mucho que intenten evitarlo.
Justo este fin de semana ha empezado el campeonato de Liga en Alemania y es imposible, y si no demuestren lo contrario, encontrar un bar, restaurante y, por supuesto, un Biergarten destinado a los turistas que en sus pantallas no se pueda disfrutar de un Hertha de Berlín-Stuttgart, que se disputa hoy a las 15:30 horas. No hay alternativa posible, y ni siquiera cambiaría si su famoso Gobierno dimitiera, por poner un ejemplo.
Y si alguno de los equipos grandes marca un gol, por supuesto que no hay que recurrir a internet para saber qué equipo lo ha anotado. Basta con saber quién juega. El mallorquín y residente soporta el grito ensordecedor que se oye producto de la euforia que despierta el tanto, aunque apenas se dispute la primera jornada de Liga. Es lo que pasa cuando en el alma de los turistas germanos se juntan los sentimientos por un club de fútbol y la energía que proporciona una cerveza helada mientras están en bañador y chanclas a miles de kilómetros de sus casas. Y lo llaman pasión por el fútbol.
