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Con Ciencia

Alzheimer

Alzheimer

ºEl mal de Alzheimer es, en mi opinión, la enfermedad más cruel que existe porque destruye el fundamento mismo del ser humano: su mente. O, si se prefiere, su cerebro. Placas de proteínas amiloides beta y haces de filamentos neurofibrilares (NFT, en su acrónimo inglés) se acumulan, con la edad, en el cerebro produciendo lesiones que aniquilan la memoria y, según creemos, hasta la conciencia del yo. La mente muere así mucho tiempo antes de que lo haga el cuerpo de un individuo al que le queda muy poco de la persona que fue.

Mary Ann Raganthi, investigadora del departamento de Antropología en la escuela de Ciencias Biomédicas de la Kent State University (Ohio, Estados Unidos) lleva años dirigiendo un equipo que se dedica a analizar las semejanzas y diferencias que existen entre los cerebros de los distintos primates comparados con el de nuestra especie. Somos un primate típico en muchos sentidos —como el de contar con un gran cerebro, el más grande de todos— pero también un simio peculiar. Padecemos, para nuestra desgracia, el mal descubierto por el doctor Alzheimer. ¿Sólo nosotros? Bueno; la acumulación de placas amiloides beta patológicas es común en el cerebro de muchos otros primates ancianos. Pero se carecía hasta hace poco de indicios acerca de la presencia de NFT en especies que no fuese la nuestra.

En el año 2013, Raganthi participó en una investigación que puso de manifiesto la existencia de lesiones tau (semejantes a las que produce la presencia de filamentos NFT) en gorilas, tanto machos como hembras, de edad avanzada. Ahora la revista Neurobiology of Aging ha anunciado la próxima publicación de un trabajo del equipo de la doctora Raganthi, con Melissa Edler y Chet Sherwood —el principal especialista, a mi entender, en la evolución del cerebro de los primates— como primeros firmantes, en el que se documenta la presencia de lesiones tau y placas amiloides en las mismas regiones que quedan afectadas en el Alzheimer humano. Pero se trata de chimpancés ancianos.

El mal de Alzheimer lo caracterizamos en particular por sus secuelas mentales, lo que se llamaba antes demencia senil. Estamos, por tanto, ante uno de los problemas más esenciales de la ciencia: el de entender las relaciones que existen entre la mente y su soporte cerebral. En los seres humanos, son las lesiones tau y las placas amiloides en regiones muy concretas del cerebro (el córtex prefrontal, el giro mediotemporal y las áreas CA1 y CA3 del hipocampo) las que se presentan asociadas a las secuelas del Alzheimer. El grupo de chimpancés estudiado por el equipo de Raganthi, 20 simios de entre 37 y 62 años de edad, mostraba las mismas lesiones en idénticas localizaciones cerebrales. Pero ¿pierden también los chimpancés la memoria y el sentido del yo? Y en el caso de que lo hagan, ¿cabría seguir hablando de ellos como si fuesen simples bestias?

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