"Hasta el 20 de agosto todo estará lleno de niñatos que no gastan ni un duro", confiesa resignado Justo, un camarero de una conocida discoteca de s'Arenal que lleva casi treinta años detrás de la misma barra. O lo que es lo mismo, sabe muy bien de lo que habla. La experiencia le avala. El ocio de finales de julio y principios de agosto, por mucho que los hoteleros saquen pecho por los récords de ocupación, no es el más deseado para los que viven de la noche en s'Arenal. Ni mucho menos, aunque parezca lo contrario.
Los mayores, que en estas semanas no abundan, se van a la cama después de un día agotador paseando por Palma, visitando cualquiera de las famosas playas de la isla o de la Serra de Tramuntana. Lo último que quieren es ponerse a bailar o tomarse copas como si no hubiera mañana. No es que los más jóvenes no hayan podido disfrutar de un plan similar, pero lo más seguro es que la mayoría se hayan pasado la jornada tirados en la arena de la playa recuperándose de la resaca de la noche anterior. Son chavales que tienen entre los dieciocho y los veinticinco años que vienen para ir de fiesta, pero gastando lo menos posible. Beben en el hotel lo que pueden, compran alcohol en los supermercados o aprovechan los 'Happy hour' de los Biergarten durante el día, pero está claro que lo último que quieren es gastarse ocho euros por una sola copa. Y claro, guste o no, este es el perfil del cliente en estos días en los locales de ocio nocturno de esta zona. En septiembre será otra historia, como cada año, porque llegan turistas que hace años que tienen canas, que quieren juerga... y pagan lo que sea por las copas. Y Justo lo agradece.
