La educación pública española tiene muchas virtudes que a veces cuesta reconocer desde dentro. La mallorquina de adopción Carmen Enrique Chung, futura estudiante en la Universidad de Harvard, las tiene muy claras. "Toda la Primaria y un curso de la ESO los he estudiado en Palma y esa base, más mnemotécnica y que incide mucho en los conocimientos, me ha permitido acceder ahora a la mejor universidad americana", confiesa la joven de 18 años, quien residió durante una década en Mallorca, donde a día de hoy todavía veranea.

La estudiante, hija del profesor de Historia de la Lengua de la UIB Andrés Enrique, se trasladó en segundo de la ESO a EE UU, en concreto a Boston, cerca del MIT y Harvard, "donde vive mi madre". Pero antes, había estudiado en el IES Josep Maria Llompart y todo Infantil y Primaria en el Col·legi Públic de Pràctiques, "en el Magisterio de toda la vida, en el barrio del Escorxador", relata.

La mallorquina de adopción -nació en Los Ángeles- empezará las clases en Harvard a finales de agosto. "Tuve que hacer el SAT, que es un examen donde se evalúa el nivel de inglés y de matemáticas. Es una prueba con la que valoran tu forma de pensar y tu capacidad para resolver problemas", señala. "Es una prueba que gestiona una empresa privada y que se puede hacer muchas veces pero se ha de pagar cada vez", explica la joven. Enrique la hizo en dos ocasiones y acabó obteniendo un total de 1.450 puntos de un máximo de 1.600. "En realidad es una puntuación baja para Harvard, pues allí la media es superior a los 1.500", desvela. Además del SAT, realizó otros exámenes más breves tipo test de latín e historia americana con el fin de completar su excelente expediente académico. De lengua latina, sacó la puntuación máxima.

Amén de estas pruebas, Enrique hubo de enfrentarse a una redacción de 650 palabras y una entrevista personal, "tal y como se ve en las películas". "Cada universidad te pide una cosa distinta. Para Harvard escribí un texto sobre mis experiencias viviendo en el extranjero. Mi familia es de diversos lugares del mundo, muy exótica: mi madre es de origen coreano, la familia de mi padre es de Burgos y él vive aún en Mallorca", cuenta.

Saber venderse bien y "manejar muy bien las técnicas del marketing pesan mucho en la admisión de nuevos alumnos en la universidad americana. "Debes hacerles creer que te mereces entrar".

Carmen piensa que el hecho de haber vivido en diversas partes del mundo ha podido pesar en su admisión. "En Harvard buscan gente de todo el mundo: de países europeos, Sudamérica, Alaska? Se pueden permitir buscar gente de todo el mundo, gente que ha ganado premios, que es brillante en algo concreto para que al final toda la promoción sea excelente. Es una política de ser influyentes a nivel mundial", sostiene.

En cuanto al famoso elitismo de la universidad, Enrique opina que la situación "ha cambiado un poco, aunque es cierto que sigue yendo allí mucha gente de colegios privados e internados". Sin ir más lejos, este año empezará con ella la hija mayor del expresidente de Estados Unidos, Malia Obama. "La cogieron el año pasado pero se lo tomó sabático. Dijo que no comenzaría hasta que su padre abandonara la presidencia", apostilla. Con el fin de rebajar esa imagen de elitismo y americanismo blanco, "están cogiendo a gente de diferentes países y barrios, buscando la diversidad". "Para llevarse también bien con la comunidad donde está ubicada físicamente la universidad, Harvard admite a bastantes alumnos de colegios públicos de la zona. Eso me ha favorecido a mí porque yo iba a un instituto público en las cercanías", confiesa.

Pese a la discreción de Carmen Enrique, la realidad es que los datos sobre Harvard abruman. El centro lleva 14 años seguidos siendo la universidad número 1 en el ranking La competencia es feroz. "Este año sólo han admitido al 5,2% de los solicitantes. De 40.000 demandantes, sólo entrarán 2.000", especifica. El caso de la mallorquina es, si cabe aún, más especial porque sólo ha estudiado en centros públicos y son muy pocos los españoles que consiguen plaza en Harvard. El año pasado sólo hubo dos.

Enrique, que se decanta por estudiar Lingüística o Filología Clásica (el segundo año deberá elegir), comenta que en la universidad americana "tienes más tiempo libre que en la española". "Cada semestre tienes cuatro asignaturas únicamente. Para ellos, la universidad es una época para, además de estudiar, practicar deporte y otras actividades. Son años de crecimiento personal y no tanto de formación como profesional", asegura.

Después de Harvard, donde ingresará becada por la propia universidad, se plantea cursar un máster en Dirección de Empresas, "porque me gusta la moda y el comercio", o en Traducción e Interpretación.

En cuanto al nivel académico, Enrique opina que "en Europa se estudia con mayor profundidad porque se le dedica más tiempo a las asignaturas, aunque el nivel de dificultad creo que es similar en los dos países".

Tras los estudios, a Carmen le gustaría regresar a España "por el estilo de vida y la cultura familiar". "Me gusta mucho Palma. Es una ciudad internacional y que está muy bien conectada para viajar".

En cuanto a las diferencias educacionales entre España y EE UU, sostiene que aquí "los profesores te hacen aprender más las cosas de memoria". "Pero yo no soy tan crítica con eso porque la Historia, por ejemplo hay que saberla. En EE UU hay que saber pensar y analizar, cosa que valoro mucho, pero creo que la mayoría no se sabe bien la lección al final. Para razonar y dar una opinión has de saber de qué estás hablando. Al menos, yo aprendo mejor así", reconoce. "En América hay muchas clases de redacción y debate, pero da la sensación de que hay mucha retórica y que a veces no saben de lo que hablan. Aquí o lo sabes o no lo sabes", concluye.