A sus 74 años y sin más de unas horas de descanso entre algunos de sus compromisos, Raphael está otra vez de gira a lo grande, pocos días después de pisar por segunda vez en menos de un año el majestuoso Teatro Real o de debutar el pasado mes de noviembre en la recoleta y roquera sala madrileña Joy Eslava.

"Me gustan los teatros y el de La Zarzuela siempre será mi teatro porque fue el primero donde actué, pero yo disfruto más los conciertos para las masas porque tengo más sitio en el escenario y la vista alcanza más lejos", afirma el único español con un disco de uranio por sus ventas totales (más de 50 millones de copias) de un sinfín de álbumes que ni él puede calcular ya.

Añade Miguel Rafael Martos Sánchez (Linares/Jaén, 1943) que a esos espectáculos colosales les cogió el gusto desde que en 1967 pisara las tablas del mítico Madison Square Garden de Nueva York, con el aforo a reventar.

"El público es más variopinto y puedes ver a gente más y menos pasota, a seguidores de toda la vida y a gente joven...", explica el intérprete, que presume de que ha ido aumentando en sus espectáculos la nómina de seguidores noveles, sobre todo desde que en 2014 actuara en el festival indie Sonorama de Aranda de Duero.

Precisamente para acercarse a la forma en que estas generaciones se dicen y cantan "te quiero", Raphael acudió a compositores como Bunbury, Iván Ferreiro, Vega o Dani Martín que nutrieron de temas inéditos su álbum Infinitos bailes (2016), el que motiva su actual gira.