El título de esta columna va en inglés porque les sonará a los lectores más así que en su traducción (de Google) de "lluvia de ideas". Podría pensarse, en una cuartilla dedicada a la divulgación científica, no interesa hablar de eso pero lo cierto es que se trata de un método de discusión común dentro de la investigación, o incluso de las tareas académicas, y no está de más evaluar su eficacia. Como se sabe, el brainstorming consiste en aceptar que, ante todo problema al que se busque solución, cualquier miembro del grupo —en último término, cualquier ciudadano— pueda aportar sus ideas y comentarios sin quedar sujeto el procedimiento a ninguna jerarquía ni límite. Hablar a tumba abierta.
Semejante método de discusión apareció ante la necesidad de que surjan ideas creativas. Y su hipótesis establece que, mediante la discusión libre, no jerarquizada, tales ideas llegan. Pues bien, la revista Nature ha dedicado uno de sus editoriales a la crítica del brainstorming como procedimiento adecuado para alcanzar no ya ideas brillantes sino alguna idea útil, sin más. Siguiendo un artículo del psicólogo David Burkus aparecido en una de las publicaciones del grupo, Nature Human Behaviour, que a su vez continúa una larga serie de objeciones al brainstorming, el editorial asegura que ese método de pensamiento libre no sólo no contribuye a alcanzar soluciones sino que lleva a sofocarlas.
Es probable que bastantes de los que hayan tenido en sus manos la responsabilidad de diseñar un proyecto de investigación coincidan en buena parte con el varapalo de Nature al brainstorming. Las tormentas de ideas rara vez llevan a alguna parte porque la confusión no añade orden al caos. En realidad, dicho procedimiento aparentemente liberal es uno más de los principios propios del llamado buenismo, ese movimiento ingenuo que, en política, llevó a ideas como la de la alianza de civilizaciones (del presidente Zapatero, por ejemplo) para poder superar las diferencias en el mismo mundo que ha terminado por caer en las guerras del fundamentalismo feroz.
Qué hermoso sería aprender sin necesidad de esfuerzo, educar sin necesidad de ejemplo y pensar sin necesidad de orden. Lo malo es que sin mucho trabajo para memorizar las cosas, sin una disciplina de comportamiento ardua y sin la opinión de quienes más saben, no se avanza. El ejemplo (volvamos a la política) de las primarias del Partido Socialista pone bien de manifiesto hacia dónde lleva el caos cuando se le da rienda suelta. En realidad la ciencia explica bien por qué pero el ejemplo que da Nature es aún mejor. La figura del abogado del diablo se creó en 1587 y estaba destinada a limitar los efectos del brainstorming en la canonización de nuevos santos. Desde que la Iglesia católica lo eliminó en 1983, los elevados a los altares han multiplicado por cinco, en tres décadas, el número de los santos de los cuatro siglos anteriores.
