Uno se pregunta si la Audiencia Nacional no tiene asuntos más importantes que dedicar su tiempo y recursos a escuchar las canciones de un chaval de 23 años con desmesurado afán provocador. Admitiendo la complejidad de encuadrar en lo artístico las letras del rapero sobre el terrorismo y el desprecio a las víctimas, la condena a Valtonyc adquiere una dimensión capital por su vertiente real y las fechas en las que nos encontramos. Un año de cárcel a un rapero por "un delito de calumnias e injurias graves a la Corona" escandaliza cuando menos tras la sentencia de otra Audiencia, la de Palma, fallando que la Infanta ignoraba que el dinero que conseguía su marido Urdangarin y ella se gastaba era de origen ilícito. Para declarar inocente a la hermana del rey no hacía falta tildar de ingenua a la plebe.
Dice la Audiencia Nacional que "la crítica política, incluso hiriente y ofensiva del Rey y del sistema monárquico, está amparada en la libertad de expresión siempre que se efectúe dentro de los límites del respeto de su reputación como persona, sin cuestionar la vida privada del monarca". Cabe preguntarse si el anterior jefe del Estado no debería ser el primero en saberse ganar el respeto, en lugar de delegar en los jueces. El caso Nóos permite hacer extensiva la reflexión a toda la familia.
La mayoría de mallorquines no han escuchado jamás una canción de Valtonyc. Una vez más, los que perseguían acallar al protagonista del embrollo terminan por encumbrarle. También para consuelo del joven pobler Pablo Iglesias ayer recuperó la memoria, y se dignó a salir en su defensa tras desentenderse de haberle encargado la canción por la que se le condena.
