Hegel demostró hace tiempo que solo existían siete planetas en el sistema solar, pero ese mismo año, se descubrió Ceres. Sin embargo, resultó que Ceres no era un planeta y más tarde se declaró que Plutón tampoco lo era. De esta forma, el sistema solar estaba formado por ocho planetas, acompañados de satélites, asteroides y planetas enanos. Pero en 2014, Chad Trujillo y Scott S. Sheppard publicaron una carta en Nature sugiriendo que podía existir un noveno planeta.

Esto no resultó del todo extraño, pues durante la última década los astrónomos han encontrado toda una serie de pequeños asteroides que, siendo 'secuestrados' por la fuerza gravitatoria del Sol, describían órbitas lejanas y extrañas. Así fue como se formuló la hipótesis del noveno planeta.

Dos años después, dos astrónomos del Instituto Tecnológico de California (Michael E. Brown y Konstantin Batygin) publicaron un trabajo en el que desarrollaban la intuición de Trujillo y Scott. Según estos investigadores, y una vez revisados los datos, la existencia de este planeta era lo que podía explicar la existencia de los seis pequeños asteroides.

Pero estos investigadores hicieron algo más, predijeron cómo sería ese planeta, una mole helada con diez veces la masa de la Tierra y hasta cuatro veces más grande que ella con una órbita tan elíptica que sólo completaría una vuelta al sol cada 15.000 años.

Pero lo que crea más incertidumbre entre los científicos es el paradero del planeta. Desde enero de 2016 se han publicado 22 artículos científicos sobre el supuesto planeta. Una cifra que ya sería sorprendente si se tratara de cualquier otro objeto espacial localizado, pero que en el caso de uno sin localizar lo es más aún.

Pese a todo, el planeta sigue en paradero desconocido. Como explica muy bien la astrofísica Jillian Scudder, lo que siguió fue toda una larguísima cantidad de estudios poniendo a prueba las teorías de Brown y Batygin. El primer resultado no fue bueno: básicamente que si el planeta estaba ahí fuera debía ser más frío o debía de estar más alejado de lo que se preveía.

Y uno a uno los trabajos han ido modificando sus detalles y características: haciéndolo un poco más pequeño o situándolo un poco más a la izquierda. Pero el planeta sigue sin identificar. No obstante, nadie pierde la esperanza, Mike Brown, uno de los autores del trabajo inicial, explicó hace unos meses que en poco tiempo lo localizaríamos. "Estoy bastante seguro, creo que a finales del próximo invierno creo que habrá suficiente gente en su búsqueda... alguien realmente va a rastrearlo".

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