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Regreso al futuro

Cuando "Alexa" mató a Papá Noel

Cuando "Alexa" mató a Papá Noel

Brooke Neitzel, una niña de 6 años de Dallas (Texas, Estados Unidos) sabe que en el siglo digital los regalos de Navidad ya no hay que pedirlos a Papá Noel. El gordo es una antigualla. Las pasadas fiestas Brooke se convirtió en noticia por cómo se las ingenió para hacerse con la casa de muñecas de sus sueños (160 dólares). No escribió cartas a ningún anciano orondo vestido con los colores de la Coca-cola, se lo pidió a "Alexa", el hada madrina que se esconde dentro de "Echo", el producto más vendido de Amazon en las pasadas navidades. "Echo" es el nombre del aparato negro y cilíndrico, con pinta de ambientador de diseño, que integra al asistente digital "Alexa". Este "electrodoméstico" conectado a internet ejecuta las órdenes que recibe vía voz de su propietario. Brooke, sin consultar con sus padres, le dijo a Alexa que se hiciera con la casita y, de paso, con unas galletas galletas para jugar juntas. Alexa ejecutó la orden y a los pocos días mamá Megan tenía el paquete en casa y 160 dólares menos. Aquí no acaba este cuento de las Navidades futuras. La cadena televisiva CW-6 de San Diego, California, se hizo eco del caso. El presentador hizo este comentario: "Esa niña es muy mona diciendo: 'Alexa, quiero una casa de muñecas". Dijo la palabra mágica, "Alexa", y decenas de asistentes domésticos colocados en casa de televidentes que en ese momento escuchaban la noticia, asumieron que la orden era para ellos. Así que, según la cadena, "numerosos" televidentes se encontraron a los pocos días con una casita de muñecas de 160 dólares en su domicilio. En Estados Unidos, según Forrester Research, ya hay 6 millones de hogares que utilizan el asistente personal de Amazon para hacer compras, controlar la calefacción o poner una película concreta en la tele con sólo decirlo. Es el "internet de las cosas". El hombre habla a las cosas y las cosas obedecen. Pero también escuchan. Al hilo de la proliferación de estos asistentes -hay otros, Google tiene su Google Home- hace unos días el "Christian Science Monitor" se preguntaba hasta qué punto estos aparatos no se están convirtiendo en espías de nuestra intimidad. "¿Estamos verdaderamente solos cuando estamos con nuestros dispositivos?", se pregunta Charlie Wood, autor del artículo de esta publicación estadounidense. "El coste del dispositivo no es el último ingreso que persiguen las empresas fabricantes. La publicidad y la información personal (que cosechan con ellos) es lo que está al final del arcoiris para ellas", subraya Albert Gidari, del Stanford Center for Internet and Society. Nuestra vida, cada día más expuesta. Como ocurre en algunas novelas (inglesas) de misterio con doncellas y mayordomos, el personal de servicio digital obedece sin abrir la boca, pero conoce todos nuestros secretos y luego chismorrea. Lo sabían aquellos detectives de papel y lo sabe la policía actual. Los investigadores del crimen de Victor Collins, en Bentonville (Arkansas, EEUU) mantienen una pugna con Amazon para que les entregue las grabaciones que pudo hacer "Alexa" en su casa y que podrían incriminar a James Andrew Bates, sospechoso de este asesinato ocurrido en 2015.

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