Cala Gata, una pequeña y poco frecuentada ensenada situada entre el Port des Canonge y la Platja de Son Bunyola, en Banyalbufar, donde se encuentran los materiales geológicos más antiguos de la isla, ha arrojado a la luz un fósil de un raro reptil de hace 260 millones de años. Los restos de este captorhínido, animal que podría medir hasta dos metros de longitud, fueron hallados en 2002 por una turista residente en Mallorca que decidió llevárselos a su lugar de origen, Alemania, algo que critican los especialistas. En este sentido, Carol Constantino, la gerente y conservadora del Museo de Ciencias Naturales de Sóller, donde será trasladado el fragmento del cráneo del reptil ahora analizado en Berlín, y el investigador del Institut Català de Paleontologia, Josep Fortuny, autor de un estudio sobre el tema, coinciden en que "nadie puede coger ni una piedra siquiera y sacarla de la isla".

"En teoría, otra cosa es la práctica, porque en patrimonio paleontológico hay lagunas, nadie puede coger un fósil, ni siquiera una piedra, y sacarla de Mallorca. Hablamos de un patrimonio que nos pertenece a todos", subrayó ayer a este diario Carol Constantino, quien, no obstante, aplaudió el descubrimiento: "Teníamos evidencias de otros reptiles, pero no se había encontrado restos de un capthorhínido en la isla. Estamos ante un hallazgo que da más valor al patrimonio paleontológico, a veces olvidado y considerado el hermano pobre de la arqueología. Un descubrimiento que da más riqueza aún a la Serra de Tramuntana".

El hallazgo y características de este fósil perteneciente a los captorhínidos, que existieron hace unos 300 millones de años y hasta finales del Pérmico -hace 250 millones de años-, han sido publicadas esta semana en el Journal of Vertebrate Paleontology, considerada la revista científica de referencia en paleontología de vertebrados.

El fósil fue hallado en 2002 por Lieselotte Hannen, una turista alemana que, desde que se jubiló, reside en Mallorca, durante uno de sus paseos habituales por Cala Gata. A Hannen le llamó la atención una extraña piedra y al observarla en detalle descubrió varias hileras de dientes en la superficie, por lo que decidió llevarla a casa. Cinco años después la familia Hannen entregó el espécimen al Instituto Steinmann de Geología, Mineralogía y Paleontología en Bonn, donde Martin Sander, un paleontólogo de vertebrados de la Universidad de Bonn, lo identificó como un resto de un captorhínido. Posteriormente, contactó con varios especialistas en este grupo para profundizar en su estudio, entre ellos Àngel Galobart y Josep Fortuny, del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont.

"Se trata de un hallazgo importante dado que este grupo de animales, los captorhínidos, son poco conocidos en europa en general, siendo la primera evidencia en el sur de Europa. Este hallazgo demuestra que las rocas de estas edades, presentes en Balears en distintos lugares, tienen un potencial paleontológico importante y por ello no seria extraño que aparecieran más restos fósiles de este grupo de animales u otros grupos procedentes de estas mismas edades (unos 260 millones de años)", señaló a este diario Fortuny.

Estos animales eran principalmente herbívoros, aunque también se podían alimentar de insectos. En esa época Mallorca no era una isla; y toda Balears estaba emergida y en contacto con la península Ibérica actual que no era una península, si no que estaba rodeada por Europa, África y Norteamérica formando parte de una enorme masa de tierra conocida como Pangea.