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A tiro

Fracaso, foto checa y Tetris

En estas semanas de tanto descontento por las políticas culturales de Més y PSOE y el abatimiento diario provocado por tamaño fracaso, encuentro alivio en una de las mejores exposiciones de foto que han recalado en Palma en los últimos tiempos. Me refiero a la que el Museu Fundación Juan March le dedica a la fotografía checa. Después de recorrer la segunda planta del centro cultural, uno sale con energía y ese silencio que sólo llega cuando uno se desconecta del gallinero incesante de palabrería. Al fin.

Sin ánimo de analizar exhaustivamente la exposición -ése es trabajo de los críticos-, sí me atrevería a afirmar que la vanguardia fotográfica checa es la que contiene mayores dosis de poesía y sentimentalidad de toda Europa. Inconscientemente, uno percibe rarezas y una singularidad emocional en estas imágenes de potente subtexto erótico y social. Lo que quiero decir es que al espectador le resultan menos evidentes y menos encorsetadas estilísticamente que las instantáneas de los grandes genios canonizados en la historia del arte.

A la salida del museo, recuerdo las palabras del director de la Fundación Juan March, el filósofo Javier Gomá: "La política cultural, a mis ojos, es secundaria porque me importa más la cultura misma". Ahora, con las retinas impregnadas de las imágenes de Drtikol o Sudek, entiendo el porqué de su frase. Ojalá no tuviéramos que hablar de concejales y directores generales, de desencuentros, de luchas de poder, de vulgaridades, y sí más de fotografía checa.

El capítulo Fundació Palma Espais d´Art no ha hecho más que empezar. Se avistan discrepancias entre algunas de las entidades culturales que están trabajando con el Ayuntamiento para levantar a un Solleric en horas muy bajas. Uno de los caballos de batalla que puede distanciar mucho a la asociación de gestores de la de artistas visuales es el perfil de la dirección para el centro. Un detalle nada baladí y que puede marcar muchísimo el futuro y la personalidad de la Fundación. Tal y como se ha visto en la Miró, los políticos prefieren y se inclinan por la figura de un director más técnico bregado en la gestión (números, procesos, trámites). En cambio, los artistas visuales desean abrir el espectro a perfiles más creativos y activistas, e incluso a equipos multidisciplinares en lugar de a una dirección unipersonal.

Esperemos que este punto no resquebraje la unidad que ahora es del todo necesaria en el sector y que puedan dialogar para llegar a un acuerdo. Y quien tenga que ceder, que lo haga. Si no, está claro quién va a salir ganando (otra vez).

El pasado 29 de octubre nos levantábamos con el BOIB revuelto. De nuevo, en el punto de mira la plaza de conservador/a de la Fundació Miró. Por arte de magia, se aprobaban por parte de la comisión de gobierno del museo varias modificaciones en la baremación de los méritos recogidos en las bases. Parece que este museo está teniendo últimamente demasiados problemas con los méritos y/o requisitos de los aspirantes a sus plazas. Son bastante llamativas algunas rectificaciones. Por ejemplo, las titulaciones académicas oficiales quedan rebajadas ahora, igual que los conocimientos de lengua catalana y otros idiomas. Por otra parte, la experiencia profesional aumenta hasta en tres puntos. Una experiencia que no pesó con Copado para que ocupara la plaza de director pero que ahora sí influye para el puesto de la nueva conservadora. ¿Estamos ante un Tetris?

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