Que vuelva la sílfide y exhiba esas curvas más peligrosas que las de sa Calobra

Rompo una lanza por el mito erótico. Que se mantenga esa turbadora tradición de los posados de Obregón que, por cierto, a tantos paparazzis da de comer. ¿Qué será de los programas y páginas del corazón si la diva-bióloga se jubila? Que no nos prive de ese morbazo brutal que es contemplar año tras año cómo sale airosa de su lucha encarnizada contra los estragos del paso del tiempo, aunque sea a golpe de bisturí. Sin ese tipazo cañón coqueteando entre las olas España se sumirá en el caos. Llegará el verano, sí, pero ¿quién lo inaugurará?

También el toro de tordesillas era tradición y hemos sabido abolirla

Era una forma de saber cuándo empezaba el verano, una tradición: cuando la Obregón sacaba el bikini, ya se podía ir a la playa. Pero ha llegado la hora de que alguien haga ver a la "actriz, presentadora, cantante, bailarina, guionista, bióloga y escritora española" -lo dice la Wikipedia- que ya tiene una edad -seré más discreto que esa enciclopedia- y es el momento de parar. Así tendrá más tiempo para descubrir líquenes, o descifrar ADN. La biología la necesita. Tapadita.