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Con Ciencia

Literatura y ciencia

Un dragón de Komodo. DIARIO DE MALLORCA

He leído un artículo excelente y de gran interés sobre los lagartos de Komodo escrito en un diario español de gran tirada por un novelista de enorme prestigio, con todos los premios literarios en su haber. Al hablar, camino del mar de Flores, de la expedición en busca de los llamados dragones, el escritor hace referencia de pasada al hecho de que en la isla que da nombre al mar y al archipiélago se han encontrado también los huesos del homínido más antiguo (diciéndolo así). Se refiere por supuesto al Homo floresiensis pero no es en absoluto el hominino ahora se llama así a los miembros de nuestro linaje humano de más edad sino todo lo contrario: fue el que sobrevivió hasta épocas más recientes. Con 18.000 años, es probable que el llamado hobbit de Flores por su tamaño diminuto, de cosa de un metro de altura, coincidiese con nuestra especie. Y resulta posible que incluso fuésemos nosotros quienes extermináramos al H. floresiensis.

Quien comete semejante error de fechas es un hombre culto, muy culto, y con interés por la ciencia. Son mucho peores los disparates de otros colegas suyos que desprecian, sin más, los hallazgos científicos y si se refieren a ellos es por medio del sarcasmo. Pero cuando una persona como ese escritor al que me refiero, con una formación y unos conocimientos que le harían no confundir ni por asomo los verbos hacer y echar, comete un error de ese calibre hablando de la evolución humana, es para descorazonarse. Seguimos presos de la trampa de las dos culturas que separa las gentes de ciencias y de letras como si se tratase de mundos ajenos e imposibles de hacer coincidir.

Lo malo de la ignorancia no está en el desconocimiento por parte de personas muy cultas en el ámbito de las letras de los logros de la ciencia. Lo peor de todo es la incultura extendida que nos está haciendo volvernos en España no en analfabetos científicos sino en analfabetos sin más. Será por el auge de los medios electrónicos, por el cambio continuo de los planes de estudio, por el disparate de los planteamientos pedagógicos o por la nula apreciación social del conocimiento como valor de peso pero lo cierto es que cada vez hay más escolares que ni siquiera saben escribir en su propia lengua sin faltas de ortografía y no digamos ya nada de la sintaxis. Pero se me da que la separación entre ciencias y letras contribuye a agravar el problema porque es un mensaje a favor de la ignorancia, de la trivialidad y de la indiferencia por la cultura con mayúsculas.

En otros países mucho más avanzados que el nuestro es impensable estudiar Físicas sin haber oído hablar de Aristóteles o Filosofía ignorando a Einstein. Dan envidia y, desde luego, suponen un ejemplo fácil de seguir si la clase política se pone alguna vez de acuerdo en hacer de la educación un asunto de Estado. Pero no quiero ni pensar lo que esa misma clase sabe de ciencia. O de literatura, ya que estamos.

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