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Con Ciencia

Cóctel neuronal

Cóctel neuronal

El proyecto Human Connectome (HCP, en su nombre inglés) es la iniciativa científica que intenta dar un empujón al conocimiento del cerebro de nuestra especie. Se trata de estudiar la materia blanca, los haces de conexiones neuronales que permiten que circule la información capaz de realizar todas las operaciones del cerebro, desde las automáticas de mantenimiento de la homeostasis hasta las más complejas que permiten construir sensaciones o, ya que estamos, hablar. Las noticias en la prensa general que recogen la publicación en Nature de los resultados obtenidos en el HCP por Matthew Glasser y colaboradores se refieren, de manera tan común como inevitable, a la identificación de "áreas encargadas del lenguaje, la percepción sensorial y el pensamiento abstracto".

Hace mucho tiempo que sabemos que no existen semejantes "áreas" dedicadas a una función concreta. La idea de tales áreas se remonta a los tiempos de la frenología del siglo XIX, cuando las esculturas de la cabeza humana se llenaban de algo así como un mapa regional, un conjunto de provincias dentro del país que sería el cerebro su corteza, al menos encargadas del odio, el amor, la violencia, la belleza, etc. El cerebro no funciona en absoluto de esa manera, pese a que científicos incluso reputados, cuando salen de su terreno de conocimiento para hablar del cerebro, cometen el error de atribuir funciones a regiones o áreas. El cerebro lleva a cabo sus logros mediante el intercambio de información entre neuronas en ocasiones muy alejadas entre sí que se conectan de manera temporal y cambiante constituyendo una red. Hasta la tarea más trivial, como es la del tamborileo con los dedos, activa redes muy complejas. Y precisamente lo que identifica el Human Conectome Project es la manera como se conectan las áreas, en especial las corticales, aunque en esa búsqueda de nuevos datos sea posible entender que dentro de la corteza cerebral hay regiones que cuentan con determinadas peculiaridades que las distinguen de las demás. Algo, por otra parte, que se sabía ya desde que Brodmann identificó en 1909 cerca de 50 regiones corticales distinguiéndolas por sus particularidades anatómicas. Brodmann, desde luego, no cometió el error de atribuirles funciones concretas.

Que áreas muy separadas no sólo se comuniquen sino que sean capaces de hacerlo en medio de la multitud de neuronas que se activan y desactivan de continuo es algo que von der Malsburg y sus colaboradores los pioneros en el estudio de la conectividad en el cerebro llamaron "a neuronal cocktail-party". La paradoja de que podamos seguir una conversación en una fiesta llena de voceríos puede tomarse como metáfora del cóctel neuronal. Con la particularidad de que ese cóctel es, además, el responsable de que cada persona pueda lograr el milagro de seguir hablando con quien le interesa hacerlo en medio de la cacofonía absoluta de mil voces que convierten en un suplicio el oír algo.

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