Habría que declararlos patrimonio de la humanidad
Hay que ser muy vago y muy valiente para ser dominguero. Porque no todo el mundo es capaz de amanecer antes que el sol en domingo para encajar en el coche a abuelos, niños, mesas, sillas, sombrillas, neveras, termos y transistor -los más avanzados se atreven también con una televisión- y luchar por ser el primero en llegar a la playa a coger el mejor sitio... para no hacer nada. Los domingueros no se bañan, ni toman el sol, ni juegan a las palas. Solo comen, beben y duermen. Deberían declararlos patrimonio singular de la humanidad.
Solo tienen una utilidad: hacen huir despavoridas a las medusas
Solo hay una manera de evitar que los domingueros te arruinen el día: huir de ellos. Y es que esta gente no va a la playa, la coloniza. La arena es la extensión natural de su casa, donde no tienen reparos en llevar un cargamento de tuppers y electrodomésticos varios, aunque su dicha solo será completa cuando inventen la Nespresso portátil. Por si fuera poco no hablan entre ellos, vociferan. Y cuando van al agua juntos en tropel se activan todas las alertas de tsunami. Yo solo les veo una utilidad: gracias a la escandalera que arman cuando se bañan espantan a las medusas.
