Tienen todo lo bueno de una pareja sin sábados en tiendas de muebles

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Durante un mes se puede sostener bien una mentira. Podemos ser terratenientes, astronautas, físicos cuánticos, wanderlusts. Pero sobre todo podemos ser más cariñosos, menos egoístas, mejores amantes. Por eso y porque hace sol, y estamos más guapos, somos más felices y vivimos menos preocupados, son tan especiales los ligues de verano. Luego, cada uno a lo suyo. Sin reproches, ni sábados en tiendas de muebles, ni ´tenemos que hablar´. Dejando solo el recuerdo y las ganas de volver a estar de vacaciones.

El chico se queda con la chica: eso sí es un final feliz y no el de ciertos masajes

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Los romances pasajeros no propician precisamente los finales felices. Seamos pragmáticos. Asegurarse algún que otro revolcón en temporada alta no compensa la complicación emocional intrínseca a un ligue que va a durar solo unos cuantos telediarios. De qué sirve tener un idilio de película si va a ser más fugaz que la XI legislatura. Para qué queremos conocer a ese alguien maravilloso si va a pirarse y dejarnos más chungos que el whisky de garrafón. Las relaciones con fecha de caducidad, solo para masocas.