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Gorila

El primatólogo Frans de Waal, un especialista de renombre mundial en la ciencia que estudia el comportamiento de los miembros del Orden biológico al que perten...

Gorila

El primatólogo Frans de Waal, un especialista de renombre mundial en la ciencia que estudia el comportamiento de los miembros del Orden biológico al que pertenecemos los humanos, ha sacado en su página de Facebook un comentario acerca del sacrificio de un gorila (otro primate, emparentado de manera estrecha con nosotros) que respondía al nombre de Harambe. Utilizo el verbo en tiempo pasado porque Harambe fue sacrificado en el zoológico de Cincinnati al caer un niño pequeño en el foso en que el animal estaba recluido. Su artículo ha sido traducido al castellano y reproducido en el diario El País, algo que el propio de Waal menciona en su página. Menos mal porque al ir a la fuente original me he encontrado con que no funciona: sale un mensaje de error y una promesa, incumplida de momento, de que se arreglará en breve. Igual somos muchos los curiosos que queremos entrar en ella, o puede que hay que añadir un arcano de Internet a la lista de los muchos que no entiendo.

Pero el texto traducido sirve de referencia suficiente. En él de Waal opta por la pedagogía, explicando que los gorilas no son carnívoros y sólo muestra conducta agresiva cuando un macho adulto entra en su territorio, una amenaza que, de forma evidente, no suponía el bebé humano. El primatologo del centro Yerkes de investigación sostiene que es difícil saber qué sucedió no estando allí, y que ni siquiera él mismo sabe qué habría hecho de encontrarse en el cargo de director del zoológico. Pero a su entender se malinterpretó la conducta de Harambe, quien con su actitud de rechazo a quienes pretendían rescatar al niño quizá intentaba sólo protegerlo.

A menudo he explicado a mis alumnos la dificultad que tenemos para entender los gestos de otros primates. Con los chimpancés, por ejemplo, sucede algo peligroso: su ademán que se parece a la sonrisa humana, abriendo la boca para enseñar los dientes, es un gesto de advertencia: quien, animado por el aparente buen humor del animal, intente acariciar a un macho de chimpancé adulto que abre así la boca, se llevará un buen mordisco. De hecho los chimpancés que se veían antes en ocasiones como reclamo de un fotógrafo o en un circo son siempre hembras o machos jóvenes; un macho adulto resulta difícil de manejar.

Así que Harambe murió en buena parte a causa de un malentendido sumado a la alarma que se produjo cuando agarró al niño. Pero en realidad la causa de su sacrificio es otra: la de estar en exhibición en un zoológico, a la merced de las risas de esos otros primates tan descuidados como para dejar que una de sus crías se caiga al foso. Crece el número de los países que rechazan circos con animales. Los zoológicos, salvando aquellos que se dedican a proteger animales o incluso especies en peligro, deberían seguirles. El sacrificio de Harambe lo reclama.

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