Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Con Ciencia

Europeos

Europeos

Cuando en el año 1984 Svante Pääbo publicó un artículo dando cuenta de la recuperación de material genético de una momia egipcia, el mundo de la antropología cambió para siempre. Verdad es que se trataba de un ser humano muerto hace pocos miles de años y que lo que Pääbo había podido identificar era ADN mitocondrial. Las mitocondrias pasan a la descendencia sólo por parte materna y sus ácidos nucleicos no codifican proteínas de los tejidos de nuestro cuerpo (sólo las de las propias mitocondrias, esos orgánulos que proporcionan energía a las células). De tal manera, proporcionan una información muy limitada. Cuando siguiendo los pasos de Pääbo „sus protocolos, vamos„ se logró en 1997 recuperar ADN mitocondrial de un neandertal, los autores de esa hazaña científica, con Pääbo entre ellos, sostuvieron que los humanos modernos, Homo sapiens, y los neandertales eran especies distintas cuya probabilidad de haberse cruzado era muy baja.

Pero en 2006 un discípulo de Pääbo, Richard Greene y sus colaboradores publicaron la recuperación de un fragmento del ADN no mitocondrial sino ahora nuclear obtenido del ejemplar-tipo de Feldhofer (Alemania). La sucesiva obtención del genoma completo y de una copia de excelente resolución lograda a partir de huesos de neandertal de Okladnikov, Siberia, permitieron comprobar que nuestra especie sí que se cruzó con nuestros primos hermanos genéticos. Hubo, además, varios episodios de hibridación. Pero muy poco del ADN neandertal se encuentra en el genoma de los humanos actuales.

El alcance de la huella neandertal en los europeos actuales ha podido detallarse gracias a un estudio realizado por el equipo de investigación que dirige David Reich en el Department of Genetics, Harvard Medical School (Boston, Massachusetts, Estados Unidos), sobre 51 euroasiáticos que vivieron entre 45.000 y 7.000 años atrás. Jamás se había acometido una recuperación de material genético antiguo tan extensa y que abarcase tanto tiempo, así que los resultados obtenidos permiten hacerse una idea „siempre parcial y sometida a los ajustes, como sucede con cualquier logro científico„ acerca de la historia evolutiva que ha tenido esa hibridación entre las dos últimas especies del linaje humano.

La interpretación que hace el equipo de Reich apunta como ancestros más directos de las poblaciones europeas actuales no los primeros inmigrantes que, llegados de África, ocuparon el continente hace unos 45.000 años sino los que les siguieron en una segunda oleada que tuvo lugar cerca de 37.000 años atrás. Puede ser muy bien que una y otra población se mezclaran „se trata de seres de la misma especie„ pero en ese transcurso evolutivo gran parte del legado neandertal se fue perdiendo hasta suponer hoy menos del 1,5% de nuestro genoma. La hibridación neandertal habría ido tropezando con las barreras del aislamiento genético. Con un detalle añadido: los europeos de entonces éramos negros.

Compartir el artículo

stats