Se acaba la Semana Santa e, inmediatamente, vuelve la pereza y el desánimo por volver a la rutina. Pero por muy bien que te hayan sentado las vacaciones, regresar a la normalidad no tiene por qué suponer una tortura. Realizando pequeñas cosas en tu último día de fiesta, puedes afrontar el día de volver al trabajo con ganas, desconectado y lleno de energía.

Es muy fácil dejarse llevar por los sentimientos negativos: qué rápido pasa, no me ha dado tiempo a hacer todo lo que quería, no he podido descansar todo lo que necesitaba, otra vez atado de manos y pies sin poder hacer nada? Pero hay que plantarle cara a esta tónica corrosiva que nos incita al malestar. Por eso, una serie de consejos pueden lograr que el último día de vacaciones, pero también el primer día de trabajo, sean perfectos.

Manos a la cocina

Para los más cocinillas, dedicar un tiempo a los fogones antes de volver a la rutina será un regalo para ellos mismos. La cocina es un arte, que aparte de alimentarnos nos ayuda a evadirnos. Cortar patatas o batir huevos a ritmo de música o escuchando un programa de radio nos ayudará a preparar los menús de la semana.

Dejar listos algunos ´tuppers´ evitará que al final de la jornada laboral, el poco tiempo del que disponemos lo gastemos cocinando.

Organización equivale a tiempo

Dedicar veinte minutos para apuntar en la agenda qué vamos a hacer cada día nos ayudará a mentalizarnos y sacar el máximo rendimiento al tiempo libre tras el trabajo u obligaciones. Además, hacer listas para luego ir tachando las tareas cumplidas tiene un extraño poder reparador, que hace que nos sintamos bien con nosotros mismos.

Ya lo dijo Umberto Eco: "Las listas son el origen de la cultura". Se trata de un simple hábito que nos ayuda a incrementar la productividad de nuestro día y por lo tanto, de aprovechar mejor el tiempo.

Dale a tu cuerpo alegría

¿Sabías que el baile y, en general, cualquier movimiento físico mejoran tanto nuestro estado de ánimo como la imagen que tenemos de nosotros mismos? Pues ya sabes, dale a tu cuerpo alegría y pégate un buen bailoteo, una actividad gratificante y ¡gratis! El baile no sólo cambia las percepciones internas y externas, también tiene consecuencias en las acciones: tiene influencia en la producción de hormonas y cambios en el ritmo cardíaco, presión sanguínea y el tono muscular.

La conclusión es que bailar sirve para el cuerpo y para la mente. ¿Tienes miedo al ridículo? Deja los complejos, relájate y disfruta del ritmo. Empezarás la rutina con más fuerza.

Visualización de los buenos momentos

Volver a la rutina tras las vacaciones también tiene su parte buena: el reencuentro con los compañeros de trabajo, el momento de acostar a los niños mientras les lees un cuento, la clase de spinning...

Cada uno tiene sus pequeños tesoros que aportan energía; no dudes en invocarlos cuando los sentimientos negativos vengan a ti.

Di adiós al desorden

El caos influye de forma negativa en nuestra productividad diaria, tal como demuestran varios estudios. El poeta francés Paul Claudel afirmaba que "El orden es el placer de la razón pero el desorden es la delicia de la imaginación". Las tareas del hogar son una de las losas del día a día para muchos: están allí, hay que hacerlas, nunca acaban... Así que en vez de quejarse hay que pasar a la acción.

Lo mejor es incorporarlas en nuestro día a día, de forma progresiva, para que se conviertan en rutinas en las que ni siguiera repares. Por ejemplo: ordenar la habitación, dejar la cocina recogida antes de irnos a dormir, hacer sólo una tarea del hogar al día... El orden reporta bienestar y descanso mental, idóneos para afrontar con fuerza nuestras obligaciones diarias.