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Con Ciencia

Molares

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Hubo dos momentos evolutivos cruciales en el linaje humano, el que forman nuestra especie y todos sus ancestros, ya sean directos o colaterales, que no lo son a la vez del chimpancé. El primer episodio evolutivo que nos marcó como humanos tuvo lugar hace nada menos que siete millones de años cuando un ser muy parecido a los simios africanos actuales adoptó la bipedia, el desplazamiento mediante las extremidades inferiores, distinguiéndose de los demás hominoideos -simios superiores e inferiores- que o bien apoyan pies y manos (cuatro manos, en realidad) en el suelo o cuelgan de las ramas de los árboles. Todos los homininos, que es como se conoce de forma técnica a los miembros del linaje humano, somos o fuimos bípedos aunque no en igual grado.

El segundo momento evolutivo crucial se produjo mucho después: hace 2,5 millones de años. Fue entonces cuando se separaron dos linajes distintos, aunque humanos ambos: el de los parántropos y el de quienes pertenecemos al género Homo. La diferencia no estribaría ahora en el aparato locomotor sino en el masticatorio. Los parántropos continuaron y acentuaron la tendencia de disponer de una dentadura enorme, con molares que son los más gigantescos de todos los simios pasados y presentes. Nuestro género, por el contrario, sufrió una tendencia hacia la disminución de los molares que sería más acusada en unas especies que en otras y alcanza el grado extremo de debilidad molar en Homo sapiens. Todos los homininos tenemos tres molares pero no del mismo tamaño. Y bastantes de nuestros compañeros de especie saben que, incluso teniendo un tercer molar pequeño, la llamada muela del juicio nos causa problemas enormes cuando, hacia el final de la adolescencia, sale.

Alistair Evans, de la School of Biological Sciences, Monash University en Victoria (Australia) y sus colaboradores han publicado en la revista Nature un estudio muy interesante que establece una especie de regla de desarrollo de los molares con pautas distintas para los parántropos y los miembros de Homo. Por así decirlo fue nuestro linaje el extraño, el que se apartó de la pauta común para los homininos anteriores a esa separación de hace 2,5 millones de años y los parántropos que surgieron entonces. Es el género Homo el que se saltó la norma de los grandes molares. Pero lo que han descubierto Evans y colaboradores es que disponiendo de un solo molar de los tres que tiene cualquier especie de Homo es posible aventurar cómo era el tamaño de los otros dos. Por supuesto que la explicación de esa pauta no es sencilla y es probable que fuesen muchas las presiones selectivas y los cambios genéticos y epigenéticos que llevaron a la dentición actual. Con los problemas ya comentados de cómo meter incluso dientes tan pequeños en el maxilar y la mandíbula de nuestra especie. Yo ni siquiera me di cuenta de cuándo me salieron las muelas del juicio y las tengo erguidas e intactas. Soy un afortunado al menos en ese detalle.

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